Fueron condenados por homicidios, robo a mano armada u otros delitos graves. En una cárcel de Argentina descubrieron el rugby que los hace "mejores personas". Cuando entrenan palpan la libertad, son Los Espartanos y entre ellos la reincidencia se reduce al mínimo.
"Me llamo Johny, tengo 29 años, soy segunda línea de Los Espartanos. Caí preso por homicidio en ocasión de robo", se presenta ante la AFP el joven de apellido Acevedo durante un entrenamiento en el penal 48 de máxima seguridad de San Martín, al noroeste de Buenos Aires.
Junto a otros 80 presos de entre 18 y 40 años, cada martes Acevedo se pone a las órdenes del entrenador Eduardo "Coco" Oderigo. Este abogado y exjugador de rugby es mentor del proyecto y cuenta con la colaboración de voluntarios como el exfiscal José Barbaccia y un empresario, Daniel Lanusse.
Acevedo lleva casi siete años preso y le faltan seis para cumplir su condena, pero sueña con obtener la libertad transitoria ahora que el rugby le permitió reencontrarse con su hijo Santino, de siete años.
Hace dos años, este joven con estatura de basquetbolista llegó al pabellón 8 que aloja a los Espartanos. Al tiempo integró el equipo de rugby que cada dos o tres meses sale de la cárcel para enfrentar un club de la liga argentina.
"En diciembre de 2015, en el club Newman pude ver a mi hijo después de cuatro años", contó a la AFP.
"Su mamá no quería que venga a la cárcel, pero allá sí lo dejó ir. Desde entonces, salí siete veces a jugar y cada vez vi a Santino. Hay un antes y un después de aquel día", dijo este hombre que terminó el secundario en la cárcel y aspira a ser universitario.
- Entre el Papa y la ovalada -
Dentro de la Unidad 8 no se siente el frío húmedo que escarcha la mañana otoñal. Como cada martes, los hombres van saliendo de sus piezas que dan a un pasillo común. Saludan con afecto a los entrenadores antes de la práctica.
En el patio hay ropa colgada secándose al sol. Sobre las paredes alguien pintó una imagen de Jesucristo y otra del Papa Francisco. Prima la religión católica y los viernes rezan el rosario.
Ismael ofrece un mate de leche. Le faltan apenas 15 días para salir en libertad. Tiene 40 años y hace 17 que está preso por robos reiterados. "Nunca maté a nadie", aclara.
Atribuye al diablo haber caído en la delincuencia y luego de nueve meses con los Espartanos quiere volver a su verdadera pasión: la panadería y la repostería.
"Para los Espartanos un gran abrazo de los Pumas", dice una camiseta albiceleste enmarcada y colgada en la pared con la firma de jugadores de la selección argentina de rugby.
Otra fotografía de diciembre de 2015 retrata al Papa rodeado de presos, entre ellos varios ex Espartanos que salieron en libertad.
Sólo los agentes penitenciarios, rejas y muros con alambre de púa recuerdan la sordidez del encierro.
- Libertad entre rejas -
Con sus 24 años, Gabriel Márquez es capitán de Los Espartanos. Se enamoró del rugby en la cárcel y lamenta que no le pasara antes para ayudarlo a esquivar la droga y la delincuencia que lo rodearon siempre.
Para él, que lleva 4 años y 5 meses preso y en 10 meses espera salir con permiso laboral, entrenar equivale a "dos horas de libertad que nos hace olvidar el encierro". Cuando salga quiere transmitir su experiencia a otros chicos de la calle.
Este padre de una niña de dos años espera emular a ex Espartanos que salieron en libertad. "Tienen un trabajo digno y hacen las cosas bien", elogia.
El entorno empresarial del entrenador del equipo, Oderigo, ofrece el primer empleo en libertad. Es la cara más solidaria de una época en Argentina donde muchos reclaman "mano dura" contra la delincuencia.
- 400 martes -
Oderigo formó el equipo de los Espartanos en 2009, enfrentando todo tipo de resistencias.
Luego llegó la etapa de medirse con adversarios. El primer partido fue contra un plantel de agentes penitenciarios. "Les ganamos", acota sonriendo. Después le siguió un equipo judicial y finalmente fueron invitados por clubes.
Van 400 martes. Asegura que entre los Espartanos la reincidencia se reduce del 65% promedio a menos de 5%. Desde hace un año y medio el proyecto se replica en 28 cárceles de Argentina.
"De 200 que vimos salir en libertad en los últimos años, solo siete volvieron a caer", se enorgullece el DT.
Mientras habla supervisa y apura la terminación de una cancha de césped sintético en un terreno donde antes había solo piedras y barro. La condición para poder disfrutarla es estudiar.
Allí entrenarán los Espartanos para medirse con otros rivales de fuste como la selección inglesa de rugby, a la que recibieron en secreto durante una gira del equipo por Argentina.