El Perú camina hoy hacia su cuarta elección democrática consecutiva, ha reducido la pobreza de casi 60% a 22% y los niveles de desigualdad de 0,52 a 0,46 (medido con el coeficiente de Gini). Esto lo hemos hecho todos juntos: empresarios pequeños, medianos y grandes, trabajadores dependientes e independientes, el sector público y el sector privado. Debemos sentirnos orgullosos. Sin embargo, somos conscientes de que hay muchos retos por delante, sobre todo en aspectos institucionales que, hasta hace poco, no eran el foco de nuestra atención.
Por tanto, el reto que tenemos es desarrollar instituciones públicas eficientes y sólidas. Lo ocurrido hace unos días con el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) es una muestra de por qué nuestro país está en los últimos lugares en materia de administración de justicia. Resulta inaceptable que, según el Foro Económico Mundial, ocupemos el puesto 130 de 140 países en cuanto a eficiencia para resolver conflictos, o la posición 112 cuando se mide la independencia del Poder Judicial. Esto nos afecta a todos, pues rara vez podemos contar con un sistema de justicia predecible y justo.
El reto está en no optar por el silencio. Esta es una tarea que requerirá de consensos y, por tanto, debemos ser capaces de escucharnos para plantear soluciones. Sin este salto o ‘shock institucional’, difícilmente podremos reencontrarnos con el crecimiento.
Quienes pensaron que la economía y la institucionalidad estaban divorciados, se equivocaron. Por ello, proponemos un espacio para escuchar a los expertos en las propias organizaciones, a los sindicalistas, a los empresarios, a los líderes políticos y a los académicos.
Otro reto fundamental –y donde la voz del empresariado ha estado muchas veces ausente– es la carrera pública. Necesitamos una administración con funcionarios honestos, eficaces e independientes. Sin ello, no seguiremos avanzando. Ocupamos el puesto 11 de la región en calidad del servicio civil. Sin desmerecer los esfuerzos de Servir y la introducción de la meritocracia en la educación pública, debemos replantearnos cómo hacer para que los mejores cuadros regresen al sector público. Propuestas como la reducción de los salarios impactan negativamente en este objetivo. Por tanto, reclamemos una carrera pública meritocrática, bien remunerada, pero a la vez basada en resultados, en que la rendición de cuentas sea una regla y no la excepción.
Es evidente,también, que al lado de buenos funcionarios se necesitan buenas conductas empresariales y una coordinación público-privada transparente. Publiquemos todas las reuniones, las agendas, las cartas, las citas, pero no dejemos de dialogar e intercambiar puntos de vista.
Finalmente, hace unos días perdimos la oportunidad de reformar las reglas de juego en materia electoral. Desde la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep), suscribimos muchas de las ideas propuestas por Transparencia, las que nos hubiesen ayudado a tener una mejor opción este 2016.
Existe una realidad incuestionable: ocupamos el puesto 130 de 140 países en cuanto a confianza en los políticos. El riesgo está en que si no logramos conectarlos con las necesidades ciudadanas simplemente nos detendremos. Debemos por ello exigir que los candidatos nos expliquen qué medidas proponen adoptar para cambiar esta realidad.
Hagámoslo juntos.