Fabiola León Velarde

En la actualidad, las mujeres representan apenas alrededor de un tercio del total de personas que realizan investigación científica en el Perú. Esto equivale aproximadamente a un 30% de los investigadores, una de las proporciones más bajas de América Latina. Esta cifra es muy relevante, pues si las mujeres estamos subrepresentadas en la investigación científica, la ciencia queda incompleta.

Aumentar la participación de las mujeres no es solo una cuestión de justicia social, también repercute directamente en la calidad y relevancia de la ciencia que se produce. La diversidad de perspectivas en los equipos de investigación potencia la creatividad, la innovación y la capacidad de resolver problemas complejos. En el caso de las mujeres, su presencia activa aporta visiones y experiencias que históricamente han estado casi ausentes en la ciencia, lo cual es especialmente crítico en ciertos sectores.

A lo largo de la historia, los estudios científicos han reflejado sesgos de género, en gran parte porque quienes los lideraban eran hombres. Esto ha generado vacíos que han afectado directamente a las mujeres. Durante décadas, la mayoría de los ensayos clínicos y estudios médicos y biológicos se han basado en sujetos masculinos o animales machos. Este sesgo ha tenido consecuencias, por ejemplo, en farmacología, pues muchos medicamentos han sido acreditados mayormente en hombres, sin considerar diferencias hormonales, metabólicas y genéticas que afectan su efectividad, y pueden producir efectos secundarios en las mujeres. Es fundamental que la investigación en ciencias de la salud y de la vida, contemple las particularidades de las mujeres, no solo como una variante de la norma masculina, sino como un área de estudio en sí misma.

Con respecto a las patentes, cuando los equipos de inventores se constituyen únicamente de mujeres, y se compara con un equipo masculino, se tiene 35% más de posibilidades de inventar tecnología relacionada a la mujer. Los hombres de manera natural tienen menor tendencia a inventar equipamiento que no usarán nunca, como aquellos relacionados a la maternidad, por ejemplo. Por esto, es muy importante que los equipos de inventores sean diversos, pues las mujeres tienen necesidades distintas. En el Perú, según el Indecopi (2019), entre los grupos que patentan, las mujeres representan sólo el 17% ¿Quién patenta entonces los productos que requieren las mujeres, si el menor número de patentes, vinculados a una propiedad intelectual de mujeres, está alineado con la menor presencia de mujeres en los ámbitos de ciencia e ingeniería, con una menor proporción de publicaciones científicas, y con premios en ciencia y tecnología menos importantes que los de los hombres?

Con respecto al transporte público, un tema tan sensible para el Perú, y que viene utilizando nuevas tecnologías digitales e inteligencia artificial, se ha priorizado modelos de movilidad pensados para trabajadores con horarios fijos y trayectos lineales, sin considerar que muchas mujeres tienen patrones de desplazamiento más complejos, combinando trabajo, estudios, cuidado de niños y otras actividades. El resultado es que el transporte no es seguro, ni funcional para las mujeres. La falta de iluminación en calles, la escasez de espacios de cuidado infantil en zonas laborales y el diseño de transporte sin perspectiva de género han hecho que la movilidad urbana sea una pesadilla para las mujeres peruanas. Por esto, necesitamos urbanistas e ingenieras que impulsen cambios clave, desde la creación de espacios urbanos más seguros hasta la implementación de políticas de transporte que consideren la realidad de las mujeres. Sin su participación más activa, las ciudades seguirán siendo diseñadas con una visión incompleta de quienes las habitan.

El desafío no es solo lograr que más mujeres accedan a carreras científicas, sino también garantizar que puedan crecer y liderar en sus campos. Esto requiere políticas de equidad, programas ad-hoc, acceso a un mayor financiamiento y una transformación cultural que valore y promueva su aporte.

El Perú no puede permitirse desaprovechar el talento científico de la mitad de su población. Aumentar la participación de mujeres en la ciencia no solo es una cuestión de justicia, sino una necesidad para el progreso del país. En un mundo donde la tecnología y la innovación son clave para el desarrollo, contar con más científicas peruanas será un factor determinante para resolver los desafíos que enfrentamos como sociedad.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.



Fabiola León Velarde es Directora de Posgrado en la Universidad Peruana Cayetano Heredia

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