Las elecciones regionales y municipales 2022 no han despertado el entusiasmo ciudadano y se encaminan a convertirse en unas elecciones triviales, como escribía hace solo unas semanas. La campaña nunca ha llegado a involucrarse con la ciudadanía, sea porque los políticos cada vez han sido más incapaces de involucrarla, sea porque la ciudadanía no quiere ser involucrada. Se ha empantanado en medio de una escena nacional en la que la decadencia de la imagen de los políticos cada día suma nuevos límites de lo insondable y hasta de lo imaginable. En Lima Metropolitana, por la abundancia de encuestas, parece claro que la cuestión se definirá entre tres candidatos que han conseguido distanciarse ostensiblemente del resto de competidores. Es una elección que terminará pareciéndose a las no tan antiguas elecciones presidenciales, en la que tres o cuatro candidatos concentraban casi todo el electorado.
Ahora intentaremos hacerle un seguimiento a Arequipa. La Ciudad Blanca se ha llenado de calles cerradas y pistas destruidas, para que los alcaldes desplieguen la parafernalia del ridículo, la danza de disimulo, el esfuerzo de última hora. Sobrevivir al tráfico de la ciudad es un acto de mortificación penitencial. Datum hace unos días presentó una encuesta donde se mostraba a unos cuatro candidatos al gobierno regional y tres a la municipalidad provincial que tomaban distancia de sus perseguidores. Hace una semana, Oswaldo Molina nos recordaba que Arequipa es la región número 24 de 25 regiones en ejecución del presupuesto público, y si bien ha habido un deterioro en las condiciones institucionales de la región (tras la elección del ahora preso Elmer Cáceres Llica), es evidente que el Gobierno Regional de Arequipa necesita un shock de fuerza y dinamismo que reconduzca la situación de letargo e inoperancia.
Lideran las preferencias, según Datum, en Arequipa, el exrector de la Universidad Nacional de San Agustín, Rohel Sánchez, que intentará emular los pasos de otro exrector agustino: Juan Manuel Guillén, que además fue alcalde provincial. Lo secunda en esta encuesta el dos veces excandidato al gobierno regional, Javier Ísmodes, que, paradojas de la elección, postula por el que fuera el movimiento fundado por Juan Manuel Guillén y al que perteneciera Yamila Osorio: Arequipa Tradición y Futuro. Cierran este primer pelotón el polémico abogado que ha tenido un gran protagonismo en las protestas contra el proyecto minero Tía María, Héctor Herrera, y el excongresista y también excandidato al gobierno regional y municipal, Marco Falconí.
Solo Rohel Sánchez conseguiría superar el 20% de intención de voto entre los candidatos y tendría más opciones de pasar a una segunda vuelta, de acuerdo con Datum, enfrentando a alguno de los otros tres candidatos. Por el momento, Javier Ísmodes sería el candidato con mayores opciones de enfrentarlo. De ser así, Ísmodes enfrentaría su tercera segunda vuelta en Arequipa. Los políticos regionales también son tozudos y persistentes. Incluso se ha animado a declarar que se bañaría en el Tuturutu otra vez, recordando su célebre chapuzón apresurado cuando Yamila Osorio le arrebató la elección regional. Sin embargo, antes deberá vencer su antivoto, que es el mayor de entre los candidatos, seguido solo por el antivoto de Marco Falconí. Gajes del oficio, me dirían ambos.
En cuanto a la Municipalidad Provincial de Arequipa, la encuesta de Datum le da una ventaja al exárbitro y excandidato municipal Víctor Hugo Rivera, que perdiera la elección pasada por unos cientos de votos contra Omar Candia (actual alcalde de Arequipa). Rivera se ha distanciado, pero los exalcaldes distritales Benigno Cornejo y Justo Mayta no pierden las esperanzas de recortar las distancias. Algo ha sucedido con anteriores eternos candidatos, como el locutor Álvaro Moscoso o el exalcalde distrital Manuel Vera, que han optado por postular a otros distritos y ya no seguir intentando con la municipalidad provincial. Uno va a Paucarpata y otro a Cerro Colorado, dos de los distritos más populosos de Arequipa.
Arequipa entra en la recta final electoral cuesta arriba, con la Convención Minera a la vuelta de la esquina y un tropel de demandas ciudadanas embotelladas que se abren paso entre callecitas cerradas y aplanadoras que avanzan contra el reloj. Nada refleja mejor el abandono de Arequipa que el desespero de sus alcaldes por amontonar tubos, concreto y asfalto a semanas de la elección. Que vean que hemos trabajado.