Si una película presentada como comedia hace reír por más de cinco o diez minutos a sus espectadores puede sentir que ha cumplido su misión. Eso pasa con “¡Asu Mare! 2” en algunas secuencias (no en todas). En las felices apariciones de Carlos Alcántara, comprobamos que el Perú es uno de los pocos países del mundo donde la gente se carcajea dando aplausos. Más elaborada y con más desarrollo de personajes en comparación con la cinta antecesora, “¡Asu Mare! 2” tiene minutos con gracia y chispa criolla. Solo risas, un poco de salsa con Jerry Rivera y eso es todo, eso es todo, amigos. Esta cinta no resiste más comentarios, hacer una crítica cinematográfica rigurosa y detallada es como dibujar una cancha de fútbol en una pizarra y analizar la táctica de un partido de la Copa Perú.
‘Cachín’ Alcántara no decepciona: sus gestos, movimientos y frases de la calle conectan sin líos con el millón de espectadores que hasta hoy tiene la película. “¡Asu Mare! 2” funciona como pastilla relajante para huir de una ciudad con tráfico fastidioso, políticos corruptos y precios que suben. Es el antidepresivo que unos cuantos peruanos hoy agradecen.
¿Cuáles son las deudas de “¡Asu Mare! 2”? Las actuaciones son muy disparejas, Emilia Drago no encaja en el ritmo actoral de Alcántara, y el contexto nostálgico que quiere darse trastabilla con desfases temporales muy groseros. Cuando “Pataclaun” arrancaba en la televisión, ya no existía el programa de concursos “Fantástico”. También aparece de pronto un teléfono celular, que para seguir el hilo histórico de la trama, solo podría haber sido traído desde el futuro. El humor funciona solo aquí y acaba en la última caseta de migraciones de nuestras fronteras. Demasiado local, es una película imposible de exportar por un guion hecho solo para compatriotas.
Antes de que se proyecte “¡Asu Mare! 2” pasaron los tráilers de otras tres películas nacionales. El cine peruano ha crecido en cantidad y en conexión con la gente. Calidad tenemos pero talentosos directores como Héctor Gálvez (ganador en el Festival de Cartagena) tienen menos prensa que un programa del canal 11. La película de Alcántara está lejos de esa escala de valores donde pesa un premio de festival. Lo más cerca que podrá estar una película como “¡Asu Mare! 2” del Óscar se limita al sano entusiasmo de una alfombra roja.
Esta producción nos invita a señalar una frontera entre el cine de autor y lo popular en el Perú. Hay cine local para todos los gustos y sabores. Pero que lo comercial y pop no aniquile las iniciativas más independientes. El cine peruano antes sufría de desnutrición y ahora ha comenzado a engordar. Controlemos un poco ese sobrepeso del cine ‘popcorn’. La gula es pecado. La obesidad nunca será saludable.