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El Monstruo de la semana
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Pasaron tres años. Prófugo de la justicia, risiblemente incluido en el sistema de recompensas del Ministerio del Interior (Mininter) y haciendo gala de su poder delincuencial, Erick Moreno Hernández, alias “El Monstruo”, reveló una y otra vez el “casi”, el “ya mismo”, “estamos cerca” de nuestra Policía Nacional.
Y ¡cuánto lo lamento! Porque hemos perdido tres cosas: el tiempo, la vida de cientos de peruanos asesinados por este sujeto y sus secuaces, y la oportunidad de volver a confiar en la institución policial como garante de nuestra tranquilidad en medio de esta supervivencia.
Sin embargo, el titular de la semana no solo fue la captura de este sanguinario delincuente, sino lamentablemente la posible complicidad de algunos malos elementos policiales peruanos como sus informantes.
Como ha dicho el monstruo desde “siempre, siempre…”
Pero claro, algo hay que aprovechar, ¿no? Entonces, ¿qué peleamos por estos días? Algunos, como el exministro del interior, hoy de justicia, Juan José Santiváñez, se aferran a esta captura como trofeo de la eficiencia de la que carece, cuando lo único por lo que deberíamos pelear es por la verdad, desarticulando los evidentes bandos policiales: aquel que se compromete en la persecución del delito y el corrupto que lo impide. Y hay detalles que no pueden pasar desapercibidos: el video que se ha publicado del interrogatorio del coronel Moreno Panta al “monstruo” me deja varias preguntas, sobre todo cuando le dice “no hiciste caso a lo que uno te dijo, ¿recuerdas que en 2021 hablé contigo y te intercambié un secuestrado por un detenido? Y volviste a secuestrar…”
Surreal, un diálogo que no está a la altura de un jefe de la división de homicidios de Dirincri. ¿En qué momento un jefe policial aconseja a un cabecilla criminal? ¿Por qué, si tenían comunicación telefónica, no usaron la geolocalización para capturarlo? ¿Cuántas veces más hablaron? Y lo que es más grave, ¿qué clase de trueques hicieron?
Espero que también se lo estén preguntando en el Mininter porque, insisto, necesitamos transparencia.
La caída del monstruo, claro que es importante, pero pone a la policía en el epicentro del escarnio público y cuestiona una vez más su institucionalidad.
Y por supuesto no termina con el desborde criminal; hoy la preocupación es la atomización delincuencial que deja su caída y la sucesión de “loco Joe” como capo de la mafia del cono norte.
Como ve, ministro Malaver, no alcanza con decir que “los tiempos de Dios son perfectos”, porque esto no es una cuestión de fe, sino de inteligencia y decencia policial.

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