¿Qué proponen los planes de gobierno de los candidatos presidenciales que lideran las encuestas en relación a las personas LGBTI? Salvo excepciones, poco o nada. Como si nuestro país no requiriese con urgencia una ley de identidad de género, el reconocimiento del derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, acabar con los crímenes de odio, con los estereotipos y la ignorancia; como si no nos faltara una inclusión transversal. Pero me adelanto. Vayamos a ver qué dicen los planes sobre estas materias. He revisado los planes que menciono, pero no quería dejar de recomendar leer el informe de Presente titulado “Derechos LGBTQI+ y planes de gobierno”.
Comencemos por el de Acción Popular (Lescano): no he encontrado nada.
Sigamos con el de Renovación Popular (López Aliaga): no he encontrado nada.
Pasemos al de Fuerza Popular (Fujimori): no he encontrado casi nada. Pero sí aparece una brevísima mención, muy de pasada, en una parte del plan referida a la pobreza y cómo esta impacta en algunos grupos de forma más aguda, “incrementando su condición de vulnerabilidad”. Ahí, como parte de una lista, aparece, en literalmente último lugar, la población LGTBI.
Detengámonos ahora en el de Victoria Nacional (Forsyth). En este plan se habla de las cifras “alarmantes” de la violencia contra la comunidad LGTBI, y a continuación se dice que el partido busca la “igualdad de derechos para la comunidad LGTBI”. Al buscar propuestas concretas y tratar de ver cómo proponen lograr esa igualdad de derechos que tanto se necesita, entramos a un terreno más pantanoso. Por un lado, se menciona que trabajarán una propuesta normativa para legalizar la unión civil. Por otro, que tienen como meta un proyecto de ley de matrimonio igualitario… ¿Cuál de los dos es? La respuesta la consiguió Ariana Lira, periodista de este Diario. Lira entrevistó a dos representantes del partido, que coincidieron en que el plan tenía un ‘error de redacción’ (¿?) y que la propuesta oficial era la unión civil. Como también explica la periodista, un problema es que no queda del todo claro qué entiende el partido por unión civil exactamente y si, por ejemplo, se propone una figura que reconozca un vínculo familiar.
Terminemos con el plan de Juntos por el Perú (Mendoza). Este plan presenta distintos niveles de intervenciones. Por otro lado, pone como metas una serie de leyes, como la Ley de Matrimonio Igualitario, la Ley de Identidad de Género, la Ley para prevenir, sancionar y erradicar la discriminación y los crímenes de odio hacia las personas LGTBI, la Ley Integral Trans. Por otro lado, presenta propuestas transversales a distintos sectores: por ejemplo, habla del “diseño e implementación de políticas públicas nacionales específicas para la población LGTBI en sectores como salud, educación, trabajo, pensión, etc.”. Y menciona gestos simbólicos con la población LGTBI, que implican que el Estado pida perdón a las víctimas de crímenes de odio y a la población LGBTI en general “por todos los años de negligencia y abandono”. Por supuesto que hay espacio para debatir y disentir sobre sus propuestas concretas: por mencionar a los derechos LGBTI una propuesta no es automáticamente buena, ni mucho menos. Sin embargo, el de Juntos por el Perú es el plan que tiene más ideas para discutir.
Comenzaba esta columna preguntando qué dicen los planes de gobierno de los candidatos presidenciales que lideran las encuestas en relación a las personas LGBTI. Si bien es, creo, la pregunta con la que tenemos que iniciar, ahí no termina la conversación. No se trata solo de ver estos planes y quedarnos en la queja: no dicen nada, no les importa, qué terrible. Se trata también de mirarnos como sociedad, y preguntarnos: ¿qué nos dice del Perú, de los electores, el que la mayoría de candidatos en primeros puestos todavía sientan que es aceptable no decir nada, o prácticamente nada, sobre los derechos LGTBI? ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad para que, en el año en el que estamos, todavía la ausencia de derechos y los crímenes de odio, y los estereotipos, no sean un tema crucial para nuestros futuros representantes? ¿Y qué tenemos que hacer para que, en cinco años, no estemos teniendo otra vez esta conversación?
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