La terrorista Martha Huatay saldrá libre el 16 de octubre tras cumplir su condena de 25 años de cárcel. (Foto: El Comercio)
La terrorista Martha Huatay saldrá libre el 16 de octubre tras cumplir su condena de 25 años de cárcel. (Foto: El Comercio)
Editorial El Comercio

La ex dirigente terrorista dejó el penal Ancón II ayer, luego de cumplir una pena privativa de libertad de 25 años, ante la atención de diversos medios de comunicación y la preocupación de todo el país.

Tratándose de quien perteneció a la organización más cruel y sanguinaria que recuerde la historia nacional, , la sola noticia de su excarcelación evoca los episodios de sufrimiento que vivieron los miles de víctimas del odio y la violencia (y los millones de sobrevivientes) que estas bandas sembraron en el país durante los años 80 y 90.

Como se sabe, Huatay fue miembro de la cúpula política de Sendero Luminoso, y jefa del llamado comité de Socorro Popular, responsable de la planificación, ejecución y supervisión de diversas acciones terroristas, entre las que se le atribuye los atentados de la calle Tarata y del Canal 2. Además de las pruebas de documentos que la vinculan con el diseño y planificación de estos ataques, se encuentra la fotografía en la que Huatay aparece uniformada junto a y otros miembros de la cúpula terrorista en el velorio de la primera esposa del cabecilla senderista, Augusta La Torre.

Precisamente, a ella y otros 11 altos mandos terroristas se les impuso el pago solidario de una reparación civil de S/3.700 millones, de los cuales Huatay no ha pagado un solo sol, y apenas se le ha podido embargar, en el 2012, una oficina en el Cercado de Lima. La ex convicta, por otra parte, no ha dado ninguna muestra pública de arrepentimiento y pesar por los horrendos crímenes de los que es responsable, por lo que algunas fuentes policiales la identifican como un potencial peligro.

A 25 años de la captura de Huatay –un mes después de que cayera su líder, Abimael Guzmán– vale la pena recordar estos nefastos sucesos y hacer una labor de memoria y docencia, sobre todo, entre quienes no han tenido que padecer el dolor que sufrió nuestro país. Pero también es importante repasar estas capturas, pues nos recuerdan el camino del triunfo de la democracia por encima del terror que quisieron imponer los violentos seguidores del “marxismo-leninismo-maoísmo” y la “lucha de clases armada”.

Y es precisamente a las armas de inteligencia que posibilitaron que un grupo sacrificado de la policía capturara y desarticulara a la cúpula senderista a las que debe recurrir nuevamente el Estado Peruano para hacer seguimiento a los ex convictos, así como a las organizaciones de fachada que reivindican el “pensamiento Gonzalo”, y evitar así el rebrote de cualquier iniciativa extremista.

Del mismo modo, usando las reglas de la democracia y del debido proceso que permitieron una condena firme a los terroristas, debe luchar el Estado por obtener la reparación civil que aún se encuentra pendiente de pago, sin caer en las trampas de la violación de la ley que significarían extender la encarcelación más allá de lo dispuesto por el Poder Judicial o desconocer la regla constitucional que establece que “no hay prisión por deudas”.

Como señalamos en este Diario con ocasión de la conmemoración del cuarto de siglo de la captura de Abimael Guzmán, el Perú le ganó aquella cardinal batalla al terrorismo con inteligencia y sin disparar un tiro. Y ahora toca asegurar esa victoria en el campo de las ideas, manteniéndonos vigilantes frente al enemigo y recordando lo mucho que ha crecido el país en un ambiente de paz y sin claudicar los valores del Estado de derecho. Corresponde, pues, combatir al terror siendo totalmente opuestos a aquellos que lo personificaban.