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Designación antiética
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En una decisión que desafía el sentido común y profundiza la crisis de credibilidad del Congreso de la República, Elvis Vergara ha asumido la presidencia de la Comisión de Ética Parlamentaria, convirtiéndose en el encargado de la moral legislativa mientras enfrenta una denuncia constitucional por organización criminal, tráfico de influencias y colusión agravada en el Caso ‘Los Niños’.
El parlamentario fue elegido en dicho cargo en la sesión de instalación del grupo de trabajo parlamentario del pasado lunes con los votos a favor de Alex Paredes (Somos Perú), Rosangella Barbarán, Auristela Obando y Héctor Ventura Ángel (los tres de Fuerza Popular), Nelcy Heidinger y Roberto Kamiche Morante (ambos de Alianza para el Progreso), Kira Alcarraz Agüero (Podemos Perú) y Pasión Dávila (Bancada Socialista).
La situación adquiere tintes de burla institucional cuando se constata que Vergara no solo preside Ética, sino también la Comisión de Fiscalización, acumulando un poder sin precedentes en la historia parlamentaria peruana. El exlegislador Víctor Andrés García Belaunde calificó este hecho como “una vergüenza, como recibir una puñalada por la espalda”, y describió a Vergara como “un impresentable, un caradura, sinvergüenza” que “no debería estar ahí y menos aún presidir dos comisiones”.
Este nombramiento reproduce patrones que ya han sido criticados en este Diario. Ya habíamos advertido sobre la tendencia a colocar “al frente de comisiones claves a representantes altamente cuestionados”, creando una verdadera “guardería blindada” donde los investigados se protegen mutuamente. La elección de Vergara confirma que el Congreso opera como un refugio para ‘Niños’ y otros parlamentarios con graves antecedentes, donde la impunidad se institucionaliza.
La irresponsabilidad de Vergara se manifiesta también en otros episodios bochornosos. Ha reconocido públicamente que ha firmado proyectos de ley que amenazan a la prensa “sin revisarlos a profundidad”, justificando su negligencia con el argumento de que “suelen suscribir iniciativas sin revisarlas” por “apoyar a algunos colegas”. Esta confesión de negligencia legislativa evidencia el desprecio por sus responsabilidades como parlamentario.
Su propio partido rechazó oficialmente la designación, declarando que “esta responsabilidad debe recaer en un congresista que esté exento de cuestionamientos legales y éticos”. Sin embargo, nada parece indicar que Vergara dejará el cargo.
Según una encuesta de Datum publicada por El Comercio en junio, el 88% de peruanos desaprueba la labor del Congreso de la República. Designaciones como la de Vergara solo profundizan este desprestigio, confirmando que el Legislativo opera completamente desconectado de las expectativas ciudadanas de transparencia y decencia pública.
Y es que el Congreso se ha convertido en una institución que premia la mediocridad y protege a los cuestionados, traicionando su función constitucional y alimentando el descrédito institucional con designaciones como las del nuevo titular de la Comisión de Ética Parlamentaria.

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