
La primera lluvia de invierno nos ha visitado ayer. Fue un día sumamente nublado desde el amanecer, abundó la bruma y la clásica garúa descendía lenta, sin apresurarse, de manera casi perpendicular, llegando perezosamente al suelo. Las gentes con las manos en los bolsillos, doblando el dorso para evitar el frío, acudían a paso ligero a cumplir con sus obligaciones. Algunos llevaban abrigo y otros ni siquiera un traje de tela gruesa. Nos preocupa que las viviendas precarias sufran los estragos cuando las lluvias arrecien y comiencen las inundaciones. H.L.M.










