Primera sesión del nuevo Consejo de Ministros. Los jefes de las carteras antiguos ocuparon los lugares de siempre. Hacían bromas, estaban relajados. Los nuevos ministros, expectantes, trataban de no perderse un solo detalle. El jefe del Gabinete lucía concentrado en su rol. Durante 15 minutos todo transcurrió sin problemas. Hasta que el titular del Interior tomó la palabra.
El ministro empezó narrando las protestas antimineras en Arequipa. El jefe del Gabinete empezó a moverse en su silla, incómodo. Luego hizo un recuento de los últimos sucesos vinculados a la inseguridad de la capital. Algunos empezaron a notar la transpiración del primer ministro, mientras este observaba fijamente al expositor. Finalmente, el encargado del Interior se refirió a las críticas que había recibido de la oposición desde el Congreso. Y es en ese momento donde todo cambió.
La ministra de Cultura, amiga de años, fue la primera en ver que la piel del primer ministro comenzaba a adquirir una tonalidad verdusca. “Peter, dearest, calma”, le dijo, con una risa nerviosa. Pero era muy tarde.
Un vendedor de calzado en el jirón de la Unión sostiene que escuchó los gritos. No logró distinguir muchas palabras, solo entendió: “París”, “Mirage” y “prescripción”. Al cierre de la edición, los bomberos habían logrado controlar el incendio en Palacio. Se espera aún el pronunciamiento oficial sobre lo ocurrido.