El debate está abierto. (Ilustración: Víctor Aguilar/El Comercio)
El debate está abierto. (Ilustración: Víctor Aguilar/El Comercio)
Fernando Cáceres Freyre

¿Tú eres caviar o fujimorista? Hace muchos meses que no cabe otra opción. Y ese maniqueísmo no ha hecho sino reducir –al mínimo– el espacio disponible para debatir políticas públicas. La evidente fractura de Fuerza Popular nos permitirá –espero– romper con ese statu quo.

En los últimos años, diversos factores han generado interés en las nuevas generaciones por propuestas de políticas públicas basadas en mayores libertades individuales. Me refiero a los escándalos de pederastia en la Iglesia Católica, el fracaso del socialismo del siglo XXI, y la propia migración de venezolanos, que funcionan como testigos de excepción de las ‘bondades’ de vivir bajo un Estado castrante.

Los liberales locales, sin embargo, adolecemos de una gran debilidad. Nos quedamos en la crítica hacia una mayor intervención del Estado, y rara vez proponemos alternativas para lidiar con problemas reales de otros individuos; contribuyendo a invisibilizarlos y demostrando cero empatía.

Así, por ejemplo, cuando el Congreso aprobó que el feminicidio sea penado con 20 años, en vez de los 15 que se aplican por matar a un hombre, Federico Salazar criticó la medida por considerar que dos vidas humanas no pueden valer distinto por su género. Estoy de acuerdo con la idea de fondo, pero la respuesta liberal no debiera quedarse en ‘esta distinción legal es inadmisible’. Tras reconocer que existe un grave problema de violencia contra las mujeres, podría proponerse una solución alternativa para desincentivar feminicidios. ¿Alguien ha considerado redoblar los recursos invertidos en fiscalización por jueces y fiscales y educar a los policías en enfoque de género?

Otro ejemplo. Hace unos días, vía redes sociales se hizo notar lo injusto que es para las pymes que las empresas grandes les paguen a 90 o 120 días. Frente a ello, cuando se propuso obligar a las empresas a pagar en no más de 30 días, como viene discutiéndose en el Senado de Chile, varios liberales se opusieron para evitar un intervencionismo que debería solucionarse vía libre competencia. Pero no propusieron alternativa alguna. ¿Por qué no impulsa la Confiep un sello distintivo de ‘empresarios por la formalidad’ para todas aquellas empresas que opten por pagar en 30 días a las pymes?

Por último, cuando un juez prohíbe la emisión de “La Paisana Jacinta”, un personaje a mi juicio discriminador, no basta con que un medio de corte liberal como El Comercio cuestione que el Estado se atribuya limitar la libertad de expresión de un comediante, aunque reconozca que es una “representación burda y grosera de la mujer andina”. ¿Ha considerado este Diario, por ejemplo, no aceptar la publicidad que publica de Latina en sus páginas mientras mantenga este personaje?

A veces, la alternativa puede ser plantear un remedio legal diferente al propuesto, y otras sencillamente ejercer presión social para cambiar conductas consideradas inmorales. El liberal debe pasar de la crítica a la propuesta. Solo así lograremos que las nuevas generaciones se adhieran a un camino de desarrollo más liberal.