Erick Loja Ponce

La tecnología se ha fusionado de manera inseparable con nuestra vida diaria, convirtiéndose en una pieza clave que facilita nuestras actividades cotidianas, y los códigos son el lenguaje en el que se escribe la vida misma.

La programación no es solo una habilidad técnica; es un arte que combina lógica, creatividad y pasión. Para muchos desarrolladores, escribir en códigos es más que una profesión; es una vocación.

La programación ofrece una satisfacción única derivada de la capacidad de crear algo desde la nada. Los programadores tenemos la sensación de vivir resolviendo problemas complejos: al ver cómo una aplicación cobra vida y funciona perfectamente, el sentido de realización es incomparable.

Resolviendo problemas, la programación fomenta también el pensamiento crítico. Los programadores deben descomponer problemas complejos en partes manejables, identificar patrones y encontrar soluciones eficientes.

La comunidad de desarrolladores juega un papel crucial en el despertar de esta pasión. La pasión por la programación. Participar en proyectos de código abierto, asistir a hackathones y colaborar en plataformas de desarrollo compartido, como GitHub, crea un sentido de camaradería y propósito compartido. Los programadores aprenden unos de otros, comparten conocimientos y se inspiran mutuamente, lo que, a su vez, alimenta su pasión y su creatividad.

En este marco, la capacidad de la programación para tener un impacto tangible en el mundo real es una fuente de motivación inagotable. Desde aplicaciones que mejoran la productividad hasta programas que salvan vidas en el ámbito de la salud, los programadores pueden ver cómo su trabajo contribuye de manera significativa a la sociedad. Esta conexión entre el código y su impacto positivo en el mundo real es una poderosa fuente de satisfacción y orgullo para cualquier desarrollador apasionado.

La programación, con su mezcla de lógica y creatividad, no solo ha venido impulsando la revolución tecnológica, sino que también alimenta una profunda pasión y un sentido de propósito entre quienes la practican.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Erick Loja Ponce es estudiante de Ingeniería de Sistemas Empresariales en la Universidad Científica del Sur