Los primeros niños beneficiados con el programa voluntario de Gamboa descubrieron que en su zona habían 18 colegios iguales, por lo que decidieron ampliar la red de ayuda. (Javier Gamboa)
Los primeros niños beneficiados con el programa voluntario de Gamboa descubrieron que en su zona habían 18 colegios iguales, por lo que decidieron ampliar la red de ayuda. (Javier Gamboa)
Renzo Giner Vásquez

En los últimos cuatro años Javier Gamboa ha llevado de forma voluntaria 70 mil libros a las bibliotecas que ha creado para los niños de la provincia de Sucre, en Ayacucho. Cada libro, asegura, es la herramienta perfecta para combatir la pobreza.

— ¿Cómo nace esta idea?
Mis padres son de Poma, un pueblo pequeñito en Sucre donde viven unas 10 o 20 familias. Ellos vinieron a Lima de jóvenes pero a la vejez regresaron porque no querían morirse viendo TV, según decían. Desde que se mudaron a la sierra, mi padre insistía en que yo fuera para ver la época de cosecha. Un día me convenció y todo cambió.

— ¿Es difícil llegar?
Si sales de Lima debes viajar 24 horas en bus para llegar a Querobamba, capital de Sucre, luego caminar unas dos o tres horas más para llegar a Poma. Pero créeme que vale la pena. Lo malo es que ya casi no hay gente, la población está compuesta por ancianos y niños pequeños, los jóvenes viajaron a un pueblo más grande llamado Ccol-ccabamba, y estiman que en 50 años el pueblo desaparecerá. En Poma había un colegio donde estudiaban 20 niños de diferentes edades, la maestra debía caminar una hora desde otro pueblo para dictar las clases y la mayoría no tenía cuadernos. Cinco años después volví, pero decidí hacer algo diferente.

— Cuénteme qué hizo...
Compré unos 20 paquetes de cuadernos y útiles y los llevé. Pero cuando llegué ya no había escuela, los niños iban al colegio Manuel González Prada, que quedaba en Ccolccabamba. Afortunadamente, mis padres tenían una casa ahí, así que fui, hablé con el director y le pedí que les entregara esos paquetes a los niños más pobres de la escuela. El colegio era más grande, tenía unos 250 alumnos de diferentes pueblos o caseríos en inicial, primaria y secundaria.

— ¿Cómo pasó de un acto de ayuda a algo mayor?
Fue ese mismo día, seguí conversando con el director y me contó que no tenían Internet ni bibliotecas. Todo dependía del maestro. El director me llevó a lo que supuestamente funcionaba como biblioteca. Era un área muy pequeña, con un estante de metro y medio de altura, con algunos pocos libros que se repetían. Tras esa visita le dije: “Mira, te voy a traer mil libros y será en un mes”.

— ¡Qué tal reto!
Yo trabajo con diversas academias de danza, así que les pedí permiso a las directoras para poner afiches que invitaban a la gente a apoyarnos. En un mes con cinco días juntamos 983 libros. Luego una amiga que trabaja en el área cultural del BBVA se enteró de lo que hacía y me ofreció una mochila y un cuaderno para cada niño. Les dije a los niños que regresaría al siguiente mes con un regalo para el que leyera un libro. A mi regreso fue increíble ver el colegio lleno de papelógrafos con los resúmenes y los niños exponiéndolos. Les entregué las mochilas, algunos no habían podido hacer su papelógrafo pero me comenzaron a contar las historias. Pasó algo muy curioso…

Solo en el último viaje Gamboa logró llevar 7 mil libros. (Javier Gamboa)
Solo en el último viaje Gamboa logró llevar 7 mil libros. (Javier Gamboa)

— A ver...
Una amiga es fanática de Neruda. pero cuando me regaló libros no había ninguno de él. La convencí y me dio uno de “Veinte poemas y una canción desesperada”. Cuando lo dejé en el colegio le tocó leerlo a una niña a la que le encantaban los poemas. El día de la exposición me recitó el poema 15 de Neruda, la filmé, se lo envié a mi amiga y terminó llorando de alegría. Para la siguiente recolección de libros me dio 20 libros de Neruda [risas].

— ¿Cuántos viajes ha realizado hasta ahora?
Hago de 2 a 3 viajes por año. Hasta ahora he llevado 70 mil libros, solo en mi último viaje llevé unos 7 mil. Siempre intenté inculcarles a los niños que la vida se trata de dar antes que recibir. Un mes después de decirles eso, los alumnos de 4° y 5° de secundaria nos propusieron al director y a mí armar bibliotecas en pueblos cercanos. Nunca planeé hacer bibliotecas y ya he hecho 33.

— ¿Cómo lo lograron?
El mérito es de los niños y el director, encontraron que en su provincia había 18 colegios como el de ellos. Iniciaron con una biblioteca en cada uno de esos pueblos, me pidieron 18 mil libros y yo estaba feliz. Ese viaje me tomó un poco más porque coincidió con la muerte de mi padre, pero eso a la vez me motivó a seguir haciendo esto. Llevé los libros y los niños se encargaron de repartirlos entre los otros alumnos.

— ¿Cómo consigue tanto?
El Facebook es increíble. Cuando te das cuenta tienes a mil personas a tu alrededor. Yo conocí una organización llamada Red de Corazones y la directora me ayudó a contactar aun más gente.

— ¿Qué ha conseguido hasta ahora?
Que el 90% de los chicos con los que empezamos a trabajar ahora están en diferentes universidades. Cuando yo llegué al pueblo, ya habían salido 6 o 7 promociones y solamente dos alumnos habían ingresado a la universidad. Ahora hay jóvenes estudiando Derecho o Ingeniería Ambiental en diferentes universidades y muchos incluso son parte de Beca 18. El problema con la pobreza es que nos hace pensar que hay cosas que no son para nosotros porque somos pobres. Los libros se convirtieron en un elemento de poder, sirvieron para romper ese mito.

Contenido sugerido

Contenido GEC