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Jonathan Castro

A casi un año del inicio de su gestión, el gobierno del presidente decidió prescindir de embajadores políticos, que caracterizaron las relaciones diplomáticas en anteriores gestiones.

Han sido retirados seis funcionarios nombrados por su antecesor que no eran parte de la carrera pública o que se encontraban en situación de retiro.

Por ejemplo, se dejaron sin efecto las designaciones del ex congresista de Alianza para el Progreso Luis Iberico, el publicista aprista Hugo Otero, la ex consejera de Kuczynski Susana de la Puente y la historiadora Carmen McEvoy, así como de los diplomáticos en retiro Álvaro de Soto Polar, hermano del economista Hernando de Soto, y José Antonio García Belaunde, quien presentó su renuncia.

En sus lugares fueron nombrados funcionarios con trayectoria en el sector en Ecuador, España y Reino Unido. Falta definir a los nuevos representantes en Italia, Irlanda y Francia.

El Comercio ha corroborado que todos los nombramientos de embajadores en países hechos en el período de Vizcarra corresponden a diplomáticos de carrera.

En total, el gobierno retiró a 14 embajadores, cambió de colocación a uno, designó a 15 funcionarios nuevos y amplió los poderes a tres de ellos para que representen al Perú en países sin un jefe de misión exclusivo.

Aunque la figura de embajador político podría asociarse con la designación de aliados, prescindir de este tipo de nombramientos no necesariamente significa un avance. “Hay gente de primer nivel que puede cumplir un papel notable en el exterior”, explica el ex canciller Luis Gonzales Posada.

Del mismo parecer es el ex agente peruano ante la corte de La Haya Allan Wagner. “El nombramiento de embajadores políticos ha sido una flexibilidad positiva para el país”, afirma.