“Guerras de cucharas blancas contra negras”, o “El Gran Chef” coreano de alto nivel: ¿verlo o saltarlo?

En el reality show “Guerra de cucharas blancas contra negras” (“Culinary Class Wars”) de Netflix, los chefs invitados se enfrentan a la posibilidad de que sus platos sean rechazados por exceso de elegancia, como el uso de flores en la comida, entre otros detalles de la preparación. El programa presenta, desde el popular Bibimbap hasta los tradicionales fideos de la abuela coreana. Y entre 100 cocineros, divididos en 80 ‘cucharas negras’ y 20 ‘cucharas blancas’, solo uno se llevará a casa un premio de 225 mil dólares.

Dato: El duelo culinario de Netflix culminó con 2 episodios el 8 de octubre. En este texto, no haremos spoilers de esos.

Mira el trailer de “Guerra de cucharas blancas contra negras” (“Culinary Class Wars”) de Netflix aquí y sigue leyendo:

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Con un nivel superior al de “El Gran Chef” de Perú, los “Master Chef” internacionales o el “Iron Chef: La leyenda de hierro” de Netflix, este nuevo programa, que lidera el Top 10 de series de habla no inglesa en la plataforma desde hace dos semanas, reúne a 20 chefs y ejecutivos de restaurantes de renombre en Corea del Sur, Francia, China y Estados Unidos. Suena espectacular, pero, ¿vale la pena verlo desde el primer episodio? La respuesta es un rotundo sí, y es aún mejor si lo acompañas mientras cocinas en casa. ¡Aunque cuidado con tenerlo cerca de la zona caliente!

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Los mejores chefs de Corea del Sur y el mundo

La competencia es una lucha de técnicas culinarias. La primera ronda está marcada por las ‘cucharas negras’, quienes representan a los mejores restaurantes de las ciudades o son conocidos como los “reyes” y “reinas” de la cocina, pero aún no han recibido grandes galardones en su oficio.

Un aspecto emocionante es el enfrentamiento entre las ‘cucharas blancas’ y las ‘cucharas negras’ en una guerra de egos y creatividad. Ver la maestría de chefs en acción, como Maniaco de la cocina, conocido por su estilo audaz en el bar Deepin y su carácter despiadado, o la sutileza de Lee Yeong-suk, ganadora de Corean Food War, crea momentos memorables.

Para cualquier amante de la cocina, tener a un chef con tres estrellas Michelin, como el jurado Anh Sung-jae, es igual que tener a un Dios culinario en escena. Junto al veterano maestro Baek Jong-won, quien ha formado a la mayoría de chefs en Corea del Sur, ambos jueces son rigurosos y creíbles al evaluar los platos de los concursantes más jóvenes, las ‘cucharas negras’. Desde el inicio, la mayor destreza de las ‘cucharas blancas’ se hace evidente por su nivel culinario.

Entre las ‘cucharas blancas’ destacan figuras como Edward Lee, chef coreano-estadounidense ganador de Iron Chef 2010 y quien cocinó en la Casa Blanca en 2023, y el icónico Choi Hyun-seok, con 30 años de experiencia en alta cocina y chef ejecutivo de su propio restaurante. El programa ofrece platos de una calidad técnica y visual que deja sin aliento a cualquiera, sobre todo a quienes recién descubren las complejas fusiones de la comida asiática. Desde las gyozas rellenas con cerdo dong po rou hasta las creaciones de Jung Ji-Sun, maestra en comida china y dueña de Tian Mi Mi, los chefs logran obras de arte culinarias que no solo impresionan, sino que llevan a salivar por la cocina coreana, china y las fusiones.

Dramatismo coreano a tope

Al dar sus veredictos, los jueces suelen protagonizar rivalidades acerca de las técnicas culinarias y la historia detrás de cada plato. Sus decisiones son casi teatrales, mientras que la amplia escenografía del programa aumenta la tensión. Los concursantes también hacen lo suyo, creando todo un ‘show’ con disfraces de antepasados japoneses, máscaras animadas o cabellos teñidos para ser más reconocibles. Esto no solo añade suspenso a las decisiones del jurado, sino que también convierte el programa en un espacio entretenido gracias a sus excéntricos participantes.

Sin embargo, hay que ser un verdadero fanático de las producciones coreanas para aceptar el típico exceso de dramatismo. En última instancia, es un concurso tan tenso como “Master Chef”, aunque sin los largos cortes comerciales. Los diálogos iniciales, sin embargo, son bastante simples: “Oh, guau, vaya, qué cocina”, y tiene expresiones repetidas en las entrevistas a los concursantes. La culpa parece recaer en los redactores creativos del programa, más que en los chefs.

De hecho, los mejores momentos llegan a partir del episodio 4, cuando los jueces prueban los platos con los ojos vendados y ya se han rechazados a gran parte de las cucharas negras, dejando así la posibilidad de competir a las blancas, que son los chefs más destacados. A pesar de la música sensacionalista y los diálogos, la serie marca la diferencia en los últimos capítulos, donde se explora el trasfondo de los concursantes y cómo la comida se entrelaza con las historias de vida de los chefs.

Veredicto: Un reality show coreano de lujo y delicioso

Los primeros 10 capítulos de “Guerras de cucharas blancas contra negras” (“Culinary Class Wars”) pasan por momentos de tensión y discusiones entre los concursantes, pero sin entrar en demasiados spoilers. Juntar a cocineros emergentes con astros internacionales de la cocina eleva el nivel de los retos culinarios, haciendo de cada plato una experiencia única. Además, se aprende mucho sobre diversas técnicas como hervido, frituras y combinaciones culinarias. Sin duda, vale la pena cada minuto invertido.