(Foto: AFP)
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Tiene 23 años, golpes poco ortodoxos y un temperamento especial, y desde el próximo lunes será por lo menos el número 4 del ranking. Daniil Medvedev está entre los cuatro mejores de un curioso Abierto de Estados Unidos, que no cuenta en sus etapas principales con ni Novak Djokovic. Hace un año, el ruso era el número 36 del mundo; desde el lunes próximo, será el primer jugador ubicado por detrás del legendario Big 3 que completa , su rival de este domingo en la gran final del US Open. Un ascenso meteórico para devolver a Rusia el protagonismo en el planeta de las raquetas, por cierto no exento de algunas controversias.

Por caso: Medvedev no tuvo empacho en trenzarse con el público estadounidense. Todo comenzó con una mala reacción del jugador: en el primer set de su partido de tercera rueda contra el español Feliciano López, recibió un warning por haber arrojado de mal modo una toalla que le había acercado un alcanzapelotas, algo por lo cual fue abucheado. Después, hizo un gesto obsceno (levantó un dedo mayor) que fue captado por las cámaras y desafió a público durante la entrevista posterior al partido: "Quiero que todos sepan, cuando se vayan a dormir, que gané gracias a ustedes, que gritaron en mi contra. Cuanto más lo hagan, más voy a ganar. Ustedes me dieron la energía que necesitaba. ¡Gracias!", clamó. Y repitió la receta cuando le ganó al alemán Dominik Koepfer, también con los espectadores en contra.

Luego reconoció: "Necesito ser una mejor persona en la cancha. Honestamente: fui un idiota. Pero todos sabemos cómo puede ser el público neoyorquino; quizás el más electrizante del mundo". Sus acciones le generaron una multa de 19.000 dólares, incluidos 4000 por el gesto dirigido al público y 5000 por excesos verbales.

La redención, al menos por ahora, llegó con su victoria sobre el suizo Stan Wawrinka por 7-6 (8-6), 6-3, 3-6 y 6-1. Empezó la jornada en el Arthur Ashe con abucheos, pero cambió la onda negativa por aplausos al final. Después del encuentro fue consultado por su relación con los espectadores: "Voy a usar dos palabras: «eléctrica» y «polémica». Lo que he hecho no estuvo bien. No le caigo bien a mucha gente. Solamente puedo decirles que trato de ser yo mismo. De todas formas, todavía hay gente me apoya. ¿Qué puedo decirle? ¡Chicos, lo lamento y gracias!".

Todo, a expensas de algunos problemas físicos que parecieron acosarlo en estos días. Medvedev contó que arrastra dolores en un hombro y en el cuádriceps derecho. El primer ruso semifinalista en el US Open desde Mikhail Youzhny (2010) y finalista desde Marat Safin desde Australia 2005 es, para muchos, el nuevo chico malo del circuito, un papel que venía cumpliendo el australiano Nick Kyrgios. Estas cuestiones de conducta llamaron la atención de Alexander Zverev, otros de los miembros de la "#NextGen" del circuito.

"Hay muchos jóvenes haciendo cosas en la cancha que no son las mejores. No quiero que la nueva generación sea recordada por eso, no se necesita ganar de esta manera. Medvedev fue un poco más allá, pero está ganando; al final del día lo único que parece importar es ganar. Espero que algunos aprendan de jugadores como Roger o Rafa [Nadal], que han sido increíbles a lo largo de sus carreras", destacó el alemán. El ruso, ya más tranquilo, contó después: "Yo no suelo ser así, y no estoy orgulloso de esto. Estoy trabajando para ser mejor. Me gustaría mostrar mi lado más brillante".

Pero no todo se trata de críticas. Su comportamiento llamó la atención de otra estrella que solía tener sus ataques de ira: John McEnroe. "Es el tipo de jugador que necesitamos tener ahí, frente a los grandes. Es el ejemplo de alguien que convierte algo negativo en algo positivo. Necesitamos esa energía y esa personalidad, hace falta un villano en este deporte. Novak [Djokovic)] no ha querido aceptar ese papel. Medvedev parece aprovecharlo y es impresionante", lo elogió el célebre Big Mac.

Para muchos, el estilo de juego del ruso es similar al de su compatriota Nikolay Davydenko. Tiene un tenis regular, de golpes consistentes, con la terminación por encima de los hombros. Cuenta con variados recursos y un saque potente, pero es con su prototipo de juego heterodoxo como suele vulnerar a sus rivales. A pesar de las dolencias que acumula por la carga de partidos, Medvedev no para de triunfar. Como sea. "Gané jugando muy feo, pero hice lo que tenía que hacer", reconoció tras superar a Wawrinka.

Su gran actuación de las últimas semanas le aseguró la clasificación para el Masters de fin de año, en Londres. El ruso llegó a Nueva York con una formidable racha: campeón del Masters 1000 de Cincinnati (venció a Djokovic) y finalista en Montreal (perdió contra Nadal) y en el ATP 500 de Washington. Acumula 49 triunfos (21 en las últimas cinco semanas) y 16 derrotas en el año, y además de lograr el título en Cincinnati, conquistó el ATP de Sofía y alcanzó las finales de Barcelona y Brisbane. Esos 49 éxitos lo convierten en el jugador más vencedor en lo que va del año, delante de Nadal (45) y Federer (43). Números que explican su ascenso infatigable a la elite.

En su semifinal de Flushing Meadows se encontrará con Grigor Dimitrov, uno de los tenistas que parecían destinados a seguir los pasos de las leyendas, pero que decayó hasta el puesto 78º del ranking. Renacido, el búlgaro dio el gran impacto al superar en cinco sets a un Roger Federer cansado y víctima de problemas en la espalda. Entre Medvedev y Dimitrov surgirá un nuevo finalista de Grand Slam. Mientras, el ruso quiere mejorar su imagen y dejar atrás el papel de villano con el que se acerca a pasos agigantados a los tres mejores del mundo.

La marca que corre peligro

La hegemonía del Big 3 que integran Novak Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer, ganadores de los últimos 11 títulos de Grand Slam, corre peligro en este US Open. El serbio, número 1, ya se había despedido con la derrota por retiro ante Stan Wawrinka. Anteanoche le tocó a Federer, vencido en cinco sets por Grigor Dimitrov. Así, sólo quedaba Nadal para sostener un dominio que se mantiene intacto desde el Abierto de Australia 2017. El último campeón fuera de los tres mencionados fue Wawrinka, ganador del Abierto norteamericano en 2016. Nadal, campeón en tres ocasiones en Flushing Meadows, buscaba anoche el pase a las semifinales contra Diego Schwartzman. Un triunfo del argentino generaría otra marca: un nuevo campeón de Grand Slam, algo que no sucede desde el US Open 2014, conquistado por Marin Cilic.

Por José Luis Domínguez

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