MARILIA PASTOR
El sabor y el ritmo de la calle se imponen en Barrio, festivo restaurante que une la cocina peruana con el concepto de tapeo español. ¿El resultado? Platos, para picar, que llevan nombres con mucha actitud (como las conchudas, unas conchitas a la parmesana) y que se dividen en la carta según los sabores y la hora del día. Habla, ¿te animas a probar?
“Este es un restaurante alegre y ruidoso. La idea es que sea un concepto vivo, que la gente esté en las barras”, comenta Diego de la Puente, quien, de la mano de Diego Herrera, es dueño de este local y de Osaka. Literalmente, llevaron la calle al local, si tomamos en cuenta el póster de la Av. Alfonso Ugarte que ahora decora una de sus paredes.
Con Barrio, es la primera vez que se alejan del mundo nikkéi y no podrían estar más entusiasmados por celebrar la cocina regional (con su ollita pachamanquera), la criolla (una causita anticuchera) y la influencia asiática (con el aeropuerto Rioba).
Juan Alfonso Urrutia, chef corporativo, plasmó los recuerdos de su niñez en Pueblo Libre en unas dulces yuquitas carretilleras o en los emolientes (precisos para comenzar el día con uno de sus sánguches). Mientras comparte sus labores en Osaka, donde trabaja desde hace seis años, Juan Alfonso inicia una nueva aventura.
“Nos rompimos la cabeza planteando, de una manera divertida, para que este centro empresarial de saco y corbata se convierta en un espacio de relajo donde puedas darte unos antojos. Una especie de mundo paralelo”, recuerda.
Y lo lograron. Solo necesita sentarse en la barra, donde tiene, a su vista, las tapas frías; o en todo caso, pedir a su mesa algún plato caliente o una ensalada. Y, si tiene suerte, a la hora del almuerzo oirá una campana; dicho sonido indica la salida del platillo especial de la semana. Apúrese en pedirlo, pues la olla se acaba rápido.
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DE NOCHEEn este local, los cocteles se sirven en curvilíneos vasos y sus nombres rinden homenaje tanto a bares tradicionales (infaltable el Juanito) como a los distritos más sabrosos (La Rica Vicky o Lince Girl). El bartender Jean Carlo Cárdenas le dio prioridad a los cocteles frutados de la casa que prepara con insumos como la tuna, el eucalipto, el lulo o el sanky.
Uno de sus consentidos es el Sullorqui Punch, una infusión de emoliente con linaza, pisco acholado, maracuyá y aguaymanto presentado en una taza de metal. Como decoración, vemos ese característico nudo de hierbas que hay en los baldes blancos de los emolienteros.
Con esta clase de tragos –y una carta nocturna más enfocada hacia los platos caliente– la idea es retener al público en San Isidro antes de que partan a Barranco o Miraflores. “Apostamos por la noche. La zona es supertranquila y creemos que deberían haber más bares”, apunta De la Puente.
DÓNDE IR:Las Begonias 419, San Isidro. Teléfono: 221-3101.