Andrés Edery es humorista gráfico y publica diariamente en El Comercio. Actualmente radica en Madrid. (Foto: Anthony Niño de Guzmán)
Andrés Edery es humorista gráfico y publica diariamente en El Comercio. Actualmente radica en Madrid. (Foto: Anthony Niño de Guzmán)
Juan Carlos Fangacio Arakaki

Burlarse de los políticos de un bando y el otro, a expensas de los ‘haters’. Desafiar las cada vez más incómodas presiones de la corrección política al momento de hacer comedia. O buscar un resquicio de humor cuando miles de personas mueren por culpa de una pandemia mundial. Así es el panorama actual para quienes trabajan haciendo reír a la gente: difícil, desafiante, contradictorio.

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Y lo sabe bien , humorista gráfico que publica a diario en El Comercio y que, según confiesa, terminó sumido en una crisis psicológica debido a las complejidades vividas en el Perú de los últimos meses. No ha sido una tarea sencilla resistir en esta profesión, pero ahí lo tienen. De eso conversamos con él.

¿La pandemia supuso encontrar una nueva forma de hacer humor? ¿O no cambió demasiado?

A ver, hay dos cosas: por un lado, la rutina, que ya la tenía programada porque yo trabajo en mi casa. El otro día mi hijo escribió en un examen: “Mi papá es un artista y yo quiero ser artista porque mi papá va caminando a su trabajo”. Y es verdad porque de mi cama al lugar donde dibujo hay tres o cuatro metros. En el otro aspecto, el de hacer humor en plena pandemia, lo que hice fue preparar unas viñetas filosóficas acerca de la fragilidad del ser humano en el planeta. Hice varias viñetas de ese tipo, no tanto para hacer reír, sino para pensar en que los seres humanos no éramos tan poderosos.

Pero hablando específicamente del humor, ¿fue más difícil discernir si algo era correcto?

Bueno, siempre es difícil discernir si lo que a mí me da risa puede hacer reír a otras personas. Eso es una constante. Pero en tiempos de pandemia la verdad es que no pensé mucho en eso. Más bien había también ese espíritu de que si nos vamos a morir, pues bueno, haré el último chiste (risas).

Caricatura de Andrés Edery. (El Comercio)
Caricatura de Andrés Edery. (El Comercio)

¿Cómo es la rutina de hacer una viñeta diaria? Imagino que estás atento a la coyuntura, pero ¿y si no pasa nada?

En el Perú es imposible que no ocurra nada. De hecho, ocurren demasiadas cosas en un solo día, así que en ese aspecto no hay problema. Más bien, a veces me pasa que dibujo una cosa por la mañana, la termino, y por la tarde ya ocurrió otra cosa que se comió a lo anterior. Así que si se me ocurre algo sobre ese nuevo tema, lo dibujo inmediatamente. Si no, mantengo el de la mañana nomás. Y aparte de eso, tengo también unas tres o cuatro viñetas inactuales en la cabeza o apuntadas por ahí. Y no porque no ocurran cosas, sino porque no siempre lo que está ocurriendo me inspira una viñeta. A veces no encuentro cómo hacer una viñeta de un tema específico, entonces recurro a mis inactuales, que es como tener un ‘backup’ de ideas. Así funciona.

Que siempre ocurran cosas en el Perú (normalmente negativas) ¿no te hace desear que al menos por un tiempo no pase nada?

(Risas) Sí, mira, justamente a fines del año pasado hablé con mis jefes porque, por primera vez en mi vida, se me rompieron los nervios. Se me quebró el alma. Y fue por trabajo, porque estaba mentalmente muy cansado. Me tuve que ir de vacaciones. Esa fue la primera vez en mi vida que me quebré emocionalmente. Y en ese momento deseé que el Perú fuera más parecido a Suiza o a Islandia. Llegó un momento en que ya no soportaba más. Después de las vacaciones he regresado pensando que me lo estaba tomando todo muy en serio. Y he vuelto con la intención de no tomarme nada en serio. Porque creo que este gobierno es una burla desde que empezó. Y si me lo tomo en serio, me voy a quebrar otra vez. Prefiero reírme.

Caricatura de Andrés Edery. (El Comercio)
Caricatura de Andrés Edery. (El Comercio)

Claro, además de la pandemia, la coyuntura política no ha ayudado. ¿Fue difícil no generarse antipatías en una situación tan polarizada?

Exactamente. Yo un día soy parte de la DBA (derecha bruta y achorada) y al día siguiente soy ‘terruco’. Así es más o menos como funciona la reacción de la gente en las redes sociales. Por supuesto que también hay gente chévere que te lee y sabe más o menos quién eres. Pero en general hay mucha ira, está muy polarizado todo, y en parte fue esa polarización la que me cansó mucho el año pasado, cuando me quebré. Luego entendí que había dos formas de encararlo: una es reírse y la otra bloquear a toda la gente que me reventaba las pelotas. Porque, imagínate, estás en tu espacio en Internet, compartiendo algo gratis, y viene alguien y te jode, te dice que es una mierda. ¡Por favor!

Y seguro te pusiste a contestar. ¿El humor tiene que dar respuestas, justificarse?

Justamente ese fue el problema. Empecé a justificar, a pedir disculpas, a responder, a pelear. Y por ahí no va. No tiene ningún sentido responder. No tienen ningún sentido nada más allá de la viñeta. Está la viñeta y luego el silencio. Porque lo demás sobra. Y eso lo aprendí un poco a la mala.

La corrección política es otro tema muy discutido actualmente. ¿No crees que se corre el riesgo de estar perdiendo el sentido del humor?

Sí, la gente se ha vuelto muy seria. Por ejemplo, el otro día dibujé a Pedro Castillo y una fila de mujeres. Y Castillo le metía una bofetada a cada una. Entonces recibí una cantidad enorme de insultos por esa viñera. Pero, a ver, creo que la gente se quedó en la primera línea de interpretación. Castillo había nombrado como premier a Valer, que les había pegado a su esposa y a su hija. Yo podría haber dibujado a Valer, pero quien puso a Valer fue Castillo. Entonces si leías una segunda vez o una tercera vez, si ibas más allá de lo evidente, podrías haber notado que ese era mi mensaje. Pero no, la gente se queda con la primera lectura y te insultan y se ponen iracundos. Eso pasa con la izquierda y con la derecha también. A López Aliaga no le gustó cuando lo dibujé con la cabeza de búfalo del pata que entró al Capitolio. Lo colgó en sus redes para quejarse. Yo creo que hay que reírse un poco más. Hay que tener correa.

Caricatura de Andrés Edery. (El Comercio)
Caricatura de Andrés Edery. (El Comercio)

¿Tú tienes algo así como límites autoimpuestos?

Con los años ha pasado algo así. Cuando estaba en “El Otorongo” éramos una mancha de locazos que nos divertíamos un montón y no respetábamos nada. Pero con el tiempo, he ido entendiendo algunas cosas. Te pongo un ejemplo con la religión: yo me podía burlar de Jesús y de Dios y de todo lo relacionado con el cristianismo. Luego entendí que yo podía no compartir esa creencia, pero que había muchísima gente que sí, y en ese sentido estaba chocando con algo muy, yo qué sé, ¿sagrado? En ese sentido sí traté de bajarle un poco el tono y no meterme con las creencias. Porque entendí que el problema no era la religión, sino quienes utilizaban la religión. Los que la usaban para su beneficio o su proyecto político. Así que, digamos, me enfocaba en Cipriani pero no en el catolicismo. Más allá de eso, no diría que me pongo límites. Tengo una forma de hacer humor en la que no me gusta llegar al extremo para comunicar algo. Creo que no es necesario. A veces prefiero dejar la viñeta a interpretar. No me gusta ser explícito e intento no serlo. Entonces no diría que es algo autoimpuesto, sino más bien un estilo.

¿Hay alguna viñeta de la que te arrepientas?

Sí, sí, tengo varias. Viñetas en las que me doy cuenta de que no estuve muy fino. Recuerdo una más o menos reciente sobre la expremier Mirtha Vásquez. Era una viñeta separada en dos: a un lado, la gallina de los huevos de oro que se supone que es la minería; al otro, Mirtha Vásquez haciendo pollo a la brasa. Pero el texto que utilicé en esa viñeta no estaba claro. Hablé con un amigo que se dedica a la publicidad y me lo dijo. Mi intención era dejar claro que no era bueno tragarte el pollo de la minería, pero no se entendió. El texto no fue muy específico y, teniendo en cuenta el contexto tan polarizado, creo que no era el momento ideal para no ser específico. En ese caso sí hubiera sido mejor ser más directo con el mensaje.

Caricatura de Andrés Edery. (El Comercio)
Caricatura de Andrés Edery. (El Comercio)

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