Harry:-“La primera vez que nos encontramos, nos odiamos”.Sally:-“Tú no me odiaste pero yo a vos sí. La segunda vez que nos vimos no te acordabas de mi”.Harry:-“Sí que me acordaba. La tercera vez que nos encontramos nos hicimos amigos”.Sally:-“Fuimos amigos durante mucho tiempo”.Harry:-“Luego ya no fuimos amigos”.Sally:- “Y después nos enamoramos. Tres meses después nos casamos”.Harry:-“Solo nos llevó tres meses”.Sally:-“Doce años y tres meses”.
Alcanzaría con ver los cinco minutos que compilan las entrevistas de las parejas de ancianos que incluye el diálogo de los protagonistas de más arriba para explicar el inoxidable encanto de “Cuando Harry conoció a Sally”, la comedia dirigida por Rob Reiner y escrita por Nora Ephron que este año cumple tres décadas.
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Pero claro, “Cuando Harry conoció a Sally” es mucho más que esos brillantes cinco minutos. La suma de sus exquisitas partes la convirtió en el vehículo ideal para que la comedia romántica recuperara su lugar en el centro de la escena en Hollywood: un guión inspirado, la dirección perfecta, Meg Ryan en el pico de sus poderes como la novia de América, Billy Crystal y su perfecto tempo para la comedia; Carrie Fisher sumándole su particular filo al papel de la mejor amiga, y Nueva York en otoño.
En 1989, la industria del cine le estaba dando pelea a la cada vez más tentadora y amplia oferta del entretenimiento casero. Con el parque de videocaseteras creciendo a una velocidad que desconcertaba a los estudios, sus ejecutivos se propusieron hacer películas lo más diversas en temática y presupuesto posibles.
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Se estrenaban filmes que costaban cientos de millones y otros de costo mediano pensados para atraer al público adulto e interesado en seguir con el ritual de ir a ver una película en una sala de cine, a pesar del canto de sirenas de las videocaseteras.
Ahí estaban, compartiendo carteleras “Indiana Jones” el “Batman” de Tim Burton, “La sirenita”, “Volver al futuro 2”, “Magnolias de acero”, y entre muchas otras, “Cuando Harry conoció a Sally”, la historia que inauguró la era de la comedia romántica moderna.
Un fenómeno que le dio forma a buena parte del cine industrial de los años noventa. El éxito de taquilla-su recaudación global fue de 193 millones de dólares-, y crítica se gestó varios años antes del estreno con el encuentro de un hombre y una mujer que sí iban a poder ser amigos.
Cuando Rob conoció a Nora
La reunión de Rob Reiner, hijo de Carl -leyenda del humor norteamericano-, actor, comediante y director; y Nora Ephron, hija de un dúo de guionistas que le enseñaron más con sus conflictos que con sus triunfos, periodista, sofisticada escritora y guionista cada vez más solicitada, explica el suceso y particular ADN de la película.
Todo empezó con el deseo de Reiner de trabajar con Ephron, a la que le ofreció varios proyectos, incluido un drama legal, que a ella le interesaron poco y nada. Aunque las charlas con el recientemente separado director la mantuvieron bastante entretenida y pusieron en marcha la propuesta que terminó aceptando.
Bastante golpeado anímicamente por sus fracasos amorosos, Reiner le contó su nueva idea: narrar la historia de dos personajes, un hombre y una mujer, que se hacen amigos justo cuando se acaban de terminar las relaciones amorosas más importantes de sus vidas y deciden no tener sexo para no poner en riesgo su amistad. Hasta que tienen sexo y arruinan la amistad.
El concepto le gustó tanto a la guionista que inmediatamente empezó a tomar nota de todas las anécdotas que Rob y sus amigos le contaban sobre sus vidas amorosas como hombres solteros heterosexuales.
Situaciones que iban desde lo gracioso a lo trágico y, de hecho, para el director la película estaría más cerca de Ingmar Bergman que de las burbujeantes comedias de las décadas del 30 y 40.
Inspirado por la película “Escenas de la vida conyugal” de 1973, Reiner tituló el proyecto como “Escenas de una amistad”, con la intención de hacer por la amistad entre los hombres y las mujeres lo que Bergman había hecho con el matrimonio.
Tan lejos estaba el filme de la comedia romántica que el final, bastante más amargo que feliz, imaginaba a los personajes separados, con la amistad disuelta sin remedio.
El director tenía una visión un tanto pesimista del amor, (unos años antes se había disuelto su matrimonio con la actriz y directora Penny Marshall).
Esta mirada y la depresión que aquejaba a Reiner fueron la inspiración para el personaje de Harry, quien no aceptará la posibilidad del final feliz hasta que su amor por Sally sea inevitable.
Para interpretar a ese personaje que conllevaba cierta oscuridad pero tenía que resultar encantador, el director consideró a Michael Keaton, Richard Dreyfus y Tom Hanks. Mientras intentaba tentar a estos actores con el papel, Billy Crystal, uno de sus mejores amigos, soñaba con quedárselo.
Tuvo que esperar a que esos otros grandes nombres de Hollywood lo rechazaran para que Reiner decidiera jugarse a elegir a su amigo. Si salía mal, esa amistad también corría peligro de terminarse.
Una de las características que hacen de “Cuando Harry conoció a Sally” una comedia romántica perfecta es el equilibrio entre los puntos de vista masculino y femenino que no solo se expresan en los protagonistas sino también en los personajes secundarios de los amigos, interpretados a la perfección por Carrie Fisher y Bruno Kirby.
Esto fue posible por la colaboración entre Reiner y Ephron, que llevaron sus correspondientes perspectivas al filme. Si el director fue el modelo para Harry, sin duda Sally está inspirada en Ephron, desde su carrera como periodista hasta su peculiar forma de pedir la comida (la salsa siempre tiene que ir aparte).
La primera elección para interpretarla fue Elizabeth McGovern, la actriz que ahora todos conocen como la condesa Cora Crawley de Downton Abbey y que en los años 80 era novia de Reiner.
Pero cuando se terminó la relación hubo que buscarle reemplazo. Finalmente el papel fue para Meg Ryan, quien a partir de este trabajo quedó asociada a la comedia romántica para siempre, género al que volverá pronto como guionista y directora, según anunció recientemente.
Su belleza de rubia angelical no era lo único que la joven actriz tenía para ofrecer. Un preciso sentido del timing para la comedia la hacía la compañera ideal para un experimentado comediante como Crystal. Pero, sobre todo, Ryan es una gran actriz que aprovechó el guión de Ephron y la dirección de Reiner para brillar.
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Así lo demuestra en una de las escenas más famosas de la película. Sentada en un típico deli neoyorkino, repleto de gente, Sally le hace una demostración a Harry sobre cómo fingir un orgasmo, con gemidos in crescendo incluídos.
La idea de esta escena surgió a partir de la reacción de incredulidad de Reiner cuando Ephron le dijo que las mujeres fingían orgasmos, declaración que fue corroborada por todas las integrantes femeninas de su productora. Entonces decidieron trasladar esta discusión a los protagonistas y Meg Ryan les propuso “actuar” la perspectiva femenina sobre el tema, una opción que transformó a la secuencia de divertida a emblemática.
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La interpretación de la actriz solo quedó opacada por la madre de Reiner, quien fue la encargada de dar el remate a la escena con una frase antológica: “Quiero lo que está comiendo ella”.
El final feliz de Harry y Sally también lo fue para los personajes principales en la historia de este filme. Billy Crystal protagonizó y dirigió la encantadora “Olvídate de París”; Rob Reiner, quien conoció a su actual esposa en medio del rodaje, volvió a la comedia romántica en 1995 con “Mi querido presidente”, uno de los mejores exponentes del género de esa prolífica década.
Meg Ryan fue coronada como reina de la comedia romántica y protagonizó las dos primeras películas como directora de Nora Ephron, “Sintonía de amor” y “Tienes un email”, ambas con Tom Hanks como co-protagonista.
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“Cuando Harry conoció a Sally” tuvo un efecto derrame sobre la comedia romántica, dejando como legado a este grupo de artistas talentosos que se dedicaron al género y también estableciendo las reglas del mismo, que otros repetirían con mayor o menor éxito.
Una de ellas es que toda película empieza con el simpático encuentro entre los protagonistas; lo que les pasó a “Harry y a Sally” pero también a Rob y Nora, el hombre y la mujer que sí pudieron ser amigos.
Fuente: GDA/La Nación de Argentina (Natalia Trzenko y María Fernanda Mugica)/El Comercio Perú