Era 30 de octubre de 1998 en Rosario, Argentina, cuando dos amigos del barrio se cruzaron por la calle y uno le dijo al otro “Hola Héctor, ¡Feliz Navidad!”. Confundido, Héctor le respondió a Hernán con un “pero qué decís… ¿qué tomaste?”, seguramente juntando los dedos en un montoncito y moviendo la muñeca de arriba abajo, en típico gesto che. Pero al instante captó la broma: ese 30 de octubre se celebraba un año más del nacimiento de su Dios particular, del Mesías zurdo y con pelota: Diego Armando Maradona.
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