
El Perú ha avanzado en igualdad de oportunidades. Hoy, más que nunca, las mujeres tienen mayor acceso a la educación, participan en el mundo laboral y ocupan espacios claves en la toma de decisiones. Sin embargo, persisten desafíos como la pobreza de tiempo, una barrera invisible que limita su autonomía económica.
La brecha de autonomía femenina sigue en 41% sin cambios en cinco años. Aunque el 81,7% de las niñas asiste a educación inicial y el 93,3% a primaria, y el 57% de los estudiantes en educación superior son mujeres, acceder a empleos estables y bien remunerados sigue siendo un reto.
La distribución desigual del tiempo es un obstáculo importante. El 70% de las mujeres peruanas dedica más de 41 horas semanales al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, lo que reduce sus oportunidades de formación, empleo formal y emprendimiento. Esta carga limita su crecimiento profesional y genera dependencia financiera.
El alto número de microempresas lideradas por mujeres podría estar más vinculado a la falta de acceso a empleos formales que a una elección estratégica. Muchas emprenden por necesidad, compatibilizando su trabajo con las responsabilidades del hogar. Sin embargo, estos negocios suelen operar en condiciones informales y de precariedad, con bajos ingresos y sin acceso a seguridad social. La escasa redistribución de tareas domésticas y la falta de políticas públicas que reconozcan esta realidad afectan directamente su acceso a mejores oportunidades laborales.
Visibilizar y abordar la pobreza de tiempo es fundamental para la independencia financiera de las mujeres y su participación en el desarrollo económico. Es necesario promover la corresponsabilidad en el hogar, el acceso a servicios de cuidado asequibles y modelos laborales que permitan una mejor conciliación entre vida personal y profesional. No basta con mejorar el acceso a educación y empleo; redistribuir el tiempo de manera equitativa es fundamental para la autonomía femenina y el crecimiento del país.
Este 8 de marzo se siente distinto. La realidad objetiva de las mujeres no ha cambiado demasiado en los últimos años. El progreso ha sido lento y los desafíos siguen siendo los mismos. A pesar de ello, es innegable que hay menos energía y compromiso cuando hablamos de equidad de género. El feminismo, si bien sigue refiriéndose al principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre, se ha politizado en una batalla de la que solo se puede salir perdiendo.
Son tiempos difíciles para quienes sentimos un compromiso particular con el progreso de las mujeres. ¿Cómo entender un mundo que de pronto cambia de ruta sin haber llegado a la meta? ¿Hicimos algo mal en el proceso de promover la equidad de género, o simplemente todos los cambios societales profundos conllevan mucha resistencia?
La realidad es que, hoy, en el panorama global, un porcentaje importante de la población parece haber dejado de apostar por construir una sociedad en la que hombres y mujeres tengamos las mismas oportunidades (incluidos muchos de los hombres más poderosos del mundo). En Estados Unidos, según la encuesta Views of the Electorate Research Survey, el porcentaje de hombres republicanos que están de acuerdo en que las mujeres deberían volver a sus roles tradicionales aumentó del 28% en mayo del 2022 al 48% en noviembre del 2024. Por otro lado, en España, de acuerdo con el Centro de Investigaciones Sociológicas, casi la mitad de los hombres (44,1%) cree que la promoción de la igualdad de las mujeres ha llegado tan lejos que ahora se está discriminando a los hombres.
No me dan las líneas en esta columna para intentar hacer sentido de esta realidad, pero lo que sí tengo claro es que si queremos un mundo más justo, donde terminemos de cerrar las brechas que hoy marcan la trayectoria de vida de las mujeres, es fundamental educar en que la equidad de género no es un juego de suma cero. Nunca se trató de quitarles a los hombres para darles a las mujeres. No es una batalla, y ningún grupo es moralmente superior al otro. Por el contrario, cerrar las brechas sociales y económicas entre los sexos debe resultar en mejores condiciones para todas las personas. En algún momento en el camino fallamos en dejar esto claro. Hoy, más que nunca, nos urge repensar la manera de hacerlo.