Urpi Torrado

Las son un reflejo de las percepciones, emociones y aprendizajes frente al futuro. Son el termómetro que mide tanto la confianza como el escepticismo de una sociedad ante lo que está por venir. En un mundo marcado por la incertidumbre, las expectativas no solo son individuales, sino que, colectivamente, configuran el ánimo y las decisiones de países enteros. Desde un contexto global donde se proyectan avances tecnológicos, desafíos climáticos y tensiones geopolíticas, hasta la realidad peruana que enfrenta retos particulares en lo político, social y económico, las expectativas se convierten en un factor clave para entender hacia dónde nos dirigimos y cómo podemos preparar el terreno para el desarrollo y el bienestar.

Precisamente, la última encuesta de Datum-El Comercio publicada el 22 de diciembre da cuenta de las expectativas de los peruanos para el 2025. Es importante poner esos resultados en perspectiva comparándolos con otros países y con el promedio global. Son dos las preguntas que también se han realizado en 37 países en la red GIA, la primera relacionada con si el 2025 será igual, mejor o peor que el 2024 y la segunda sobre las expectativas económicas para el 2025.

A nivel global, prevalece el optimismo respecto del 2025, con dos de cada cinco personas (41%) esperando que sea mejor que el 2024, uno de cada cuatro (24%) considerando que será peor y el 29% no anticipando cambios significativos. Aunque el optimismo sobre la recuperación posterior al COVID-19 se ha mantenido (39% el año pasado, 31% en el 2022), sigue siendo notablemente inferior al pico del 54% registrado en el 2015. En contraste, los resultados en el muestran más pesimismo que optimismo. Mientras que el índice de esperanza global es de +17 (41%-24%), en el Perú es negativo, con un índice de -7 (25%-32%). Cabe destacar que ningún otro país de la región incluido en la muestra presenta un resultado negativo. Argentina se posiciona con el índice positivo más alto en Latinoamérica (+27) superando al promedio global, aunque aún por debajo de China, que lidera con la mayor esperanza hacia el próximo año.

¿Cuánto optimismo hay respecto a la prosperidad económica? En este aspecto, la confianza a nivel global es más moderada. Menos de un tercio (29%) considera que el próximo año será de prosperidad económica, mientras que un 35% anticipa dificultades económicas y un 31% espera que sea similar a los últimos 12 meses. La brecha significativa entre dificultad y prosperidad, que comenzó a surgir en el 2017, ahora es la más estrecha desde entonces. Aunque el índice global se mantiene negativo (-5), el panorama en el Perú es considerablemente más pesimista, con un índice de -17, ubicándolo en el último lugar en la región. En contraste, Argentina lidera las expectativas en América Latina, con un 48% de ciudadanos proyectando que el 2025 será un año de prosperidad económica.

A la luz de estas cifras, podemos afirmar que el 2025 se inicia con expectativas moderadas a nivel mundial: se espera que sea un año mejor, aunque persisten dudas sobre la prosperidad económica. En el caso del Perú, el panorama es negativo, marcando el inicio de un nuevo año sin ilusión. Sin embargo, al revisar la data histórica desde 1998, encontramos años que comenzaron con percepciones aún más pesimistas. Esto plantea un desafío para el liderazgo político y social: transformar estas expectativas, como se logró hacer en el pasado. Estos resultados no solo reflejan el presente, sino que también evidencian los problemas estructurales que enfrenta el país. Más allá de las cifras, estas percepciones deben ser entendidas como una llamada de atención para desarrollar políticas públicas que fortalezcan la estabilidad, amplíen las oportunidades y fomenten un optimismo colectivo necesario para avanzar.




*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Urpi Torrado es CEO de Datum Internacional

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