"Los resultados de las evaluaciones más recientes son claras señales de alerta que no estamos escuchando". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Los resultados de las evaluaciones más recientes son claras señales de alerta que no estamos escuchando". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Janice Seinfeld

Salvo contextos de guerra, no hay evidencia internacional de caídas tan dramáticas en indicadores de aprendizaje escolar como las registradas en nuestro país entre los años 2016 y 2018. Estos resultados, aunque publicados en abril último, pasaron desapercibidos y merecen reflexión y acciones concretas.

En el 2018 el Ministerio de Educación (Minedu) aplicó la Evaluación Censal de Estudiantes para medir niveles de aprendizaje de los alumnos de las escuelas públicas y privadas del Perú en segundo de primaria, cuarto de primaria y segundo de secundaria. Comparados sus resultados con los del 2016, vemos que en segundo de primaria el número de alumnos con aprendizaje satisfactorio en Matemática bajó de 34,1% a 14,7%; es decir, registró una caída de casi 20 puntos porcentuales. En cuanto a Lectura, la baja fue de 8,6 puntos porcentuales en el mismo período.

Según explicó el Minedu, este desplome respondería a “causas externas” del 2017 como El Niño costero y la huelga docente, que llevaron a perder entre 214 y 500 horas lectivas en algunas regiones. Otro hecho de importancia es que en el 2018 se redujo considerablemente el presupuesto para las intervenciones de acompañamiento en educación rural, y se eliminaron por completo en zonas urbanas. Pero fuentes del propio Minedu confirman que no tienen claro por qué se ha dado esta caída tan dramática en segundo de primaria. Ni siquiera las variables descritas combinadas llegarían a explicarlo.

En segundo de secundaria, en lo que respecta a lectura, un 18,5% se ubica en el nivel “previo al inicio” (dificultades para resolver las preguntas más sencillas), 37,5% en “inicio” (identifican información explícita y podrían comprender solo algunas partes del texto) y el 27,7% está “en proceso” (deducen ideas y pueden entender el texto en partes o en su conjunto). Además, en Ciencias Sociales, el promedio nacional registra una caída de 3,4 puntos porcentuales en el nivel “satisfactorio” y en Ciencia, Tecnología y Ambiente solo el 8,5% logró los aprendizajes esperados.

Este escenario nos revela, en primer lugar, que los conocimientos adquiridos son tan frágiles en segundo de primaria que cualquier hecho extraordinario los afecta. Pero en secundaria los resultados absolutos son tan malos que, aunque los indicadores suban o bajen un poco, el panorama sigue siendo lamentable. Es decir, a medida que avanzan en la escuela nuestros estudiantes aprenden, proporcionalmente, menos. Los resultados son prueba, además, de la debilidad de nuestro Estado, incapaz de reponerse rápido frente a eventualidades.

Así las cosas, llega la reciente decisión de Fuerza Popular de designar a la parlamentaria Tamar Arimborgo como presidenta de la Comisión de Educación en el Congreso. El mensaje es claro: la tensión entre el Ejecutivo y el Legislativo no menguará, aunque eso implique poner en jaque el futuro de millones de niños y jóvenes. La prioridad de la mayoría parlamentaria seguirá siendo aferrarse a sus cuotas de poder –cada día más exiguas– y seguir obstaculizando las actuales políticas de Estado. Porque si bien el Minedu es el ente rector de la educación en el Perú –para Arimborgo, el equivalente a Sodoma y Gomorra–, el Legislativo cumple un papel fundamental para darle viabilidad a las políticas que este plantea.

En cuanto al Ejecutivo, las decisiones continúan ancladas a la visión de cada nuevo titular del Minedu, cuando lo que necesitamos son políticas de Estado con norte claro. Por ejemplo, la respuesta de la ministra frente a los resultados de rendimiento escolar fue anunciar que ya no se aplicará la Evaluación Censal de Estudiantes a los alumnos de segundo de primaria y será reemplazada por una evaluación que rompe la continuidad para medir avances o retrocesos.
Más aun, nada sobre temas de fondo. Si a esto le sumamos que el Perú invierte en sus estudiantes de primaria menos de la mitad que sus pares en la región, el camino hacia el desarrollo pinta complicado.

La agitada coyuntura política nacional y el enloquecido nivel de rotación de funcionarios en carteras tan importantes como Educación nos están impidiendo enfocarnos en temas fundamentales y de largo plazo. Los resultados de las evaluaciones más recientes son claras señales de alerta que no estamos escuchando. O que quienes toman las decisiones no están queriendo ver.