
Mucho se ha dicho sobre las bravuconadas de Donald Trump, algo que era previsible por su estilo autoritario y arrogante de gobernar. Pero toda acción tiene una reacción y la conducta de Trump nada amigable contra los que piensan distinto a él es una agresiva manifestación por una serie de decires y actos. Precisamente, quien ha dicho que quiere controlar el canal de Panamá, comprar Groenlandia y humillar a Canadá, forma parte de un estilo expansionista de hacer política. El famoso intelectual Noam Chomsky dijo: “El nazismo tenía una ideología horrible, que incluía la matanza de judíos y otras conquistas militares indeseables, que el partido debía controlarlo todo, incluso el mundo empresarial. Esto es casi lo contrario de la realidad neoliberal de la que Trump es el actual líder. Trump tiene una ideología mucho más sencilla: ¡Yo!”.
Trump, sin distinguir, trata a los ilegales –que, a pesar de su estatus, contribuyen con el desarrollo de Estados Unidos, porque la mayoría solo quiere trabajar para su bienestar y el de su familia– como si fueran delincuentes. Todos estos actos tenían que generar oposición y resistencia. Esta es interna e internacional. Un día antes de su juramentación miles de ciudadanos defensores de los derechos civiles y de la justicia social se manifestaron contra su política en la capital estadounidense y hubo más de 350 marchas en todos los estados. El juez federal John Coughenour de Seattle decidió suspender por inconstitucional la orden que firmó Trump con la finalidad de restringir el derecho de ciudadanía por nacimiento a millones de personas, entre ellos niños, porque sus madres se encuentran ilegalmente o que el padre no sea estadounidense o no tenga residencia permanente. Una típica medida herodiana en pleno siglo XXI.
Rodeado de los oligarcas de las nuevas tecnologías que, como bien explica el Nobel de Economía Joseph Stiglitz, “no tienen reserva a la hora de acumular mediante la explotación y la búsqueda de la renta”, Trump ha tenido un amplio rechazo internacional con su deseo de controlar el canal de Panamá. Igualmente, los gobiernos de Francia y Alemania rechazaron las políticas expansionistas de Trump, afirmando que tiene “modales imperialistas”.
Al abrirse tantos frentes, Trump tendrá respuestas desde su país y del extranjero para frenar sus deseos de dominación, expansión y maltrato e imponer un “American Way of Life”, pasado de moda, porque en este siglo el poder se está corriendo y concentrado en el Oriente, como lo fue hasta el siglo XIX, que Occidente, debido a la democracia propia de sociedades inclusivas y la revolución industrial de las chimeneas, más su expansión imperialista –sobre todo de Inglaterra, Francia y Bélgica– , impuso su visión del mundo.