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No me digas que espere
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Septiembre es el mes mundial del cáncer infantil, y hace unos días, la asociación “Por un Perú sin cáncer” me invitó a ser parte del lanzamiento de su campaña de concientización por esta enfermedad.
Y claro que me sumé, bastó con revisar las cifras. Anualmente, en nuestro país, mil ochocientos niños son diagnosticados con este mal y el factor tiempo es importante porque cuatrocientos de ellos mueren por no hacerlo a tiempo. El título de la campaña, “no me digas que espere”, calza con lo que parece ser una condena de muerte en un país como el nuestro, en donde el acceso y cobertura a la salud es un privilegio.
Y me pregunto: ¿hasta cuándo? ¿Por qué nuestras autoridades no entienden el sentido de urgencia en la atención de una enfermedad tan mortal como el cáncer? O mejor dicho: ¿cuándo seremos coherentes con lo que dice la Constitución (a la que tanto citan) de ser un Estado garantista de la vida?
La respuesta es directa y coincido plenamente con el Dr. Omar Neyra, especialista en salud pública que también apoya esta causa, en señalar la falta de capacidad en gestión.
Simbólicamente el día de este lanzamiento habían sido convocadas dos congresistas: una anunciaba la confirmación de una comisión para darle vitrina al tema y la otra decía que estaba dispuesta a seguir “comiéndose el pleito” por esta cruzada. Y bueno, aunque los gestos sean importantes, lo son más los hechos, sobre todo en un país cansado de “diagnósticos” como el nuestro, donde lo que corresponde es hacer. Y ambos discursos no son coherentes con dos cosas que tienen en común: el reloj. Basta con revisar sus agendas durante estos años y lo que les queda de periodo parlamentario al 2026; no es mucho. Han perdido una gran oportunidad.
Y esto es solo el cáncer; hay enfermedades esperando hace años. Paradójicamente, en septiembre del 2019, el día de la disolución del Congreso, se debatiría la ley de Obesidad; desde ese entonces nadie la ha puesto en agenda. Hoy, la enfermedad va en ascenso. Insistir es mérito de doctores y de diferentes asociaciones que para avanzar esperan con suerte encontrarse un congresista interesado en el tema.
El nivel de debate sobre temas inútiles que tenemos hoy en el pleno es una vergüenza y debe paralizarnos porque vuelvo al reloj: el tiempo no nos lo devuelve nadie. Por poner un ejemplo, una de las grandes discrepancias en el último pleno fue decidir cuándo sería el día del himno nacional.
Horas, meses, años y así, con todo. Mientras tanto, esperamos tener educación, transporte público y servicios básicos de calidad. Esperamos autoridades comprometidas con su trabajo. Esperamos instituciones fuertes que resguarden nuestros derechos.
Esperamos decencia, honestidad y compromiso. Ya hemos esperado demasiado.
Entonces no nos digan que esperemos más, porque mientras deciden, nosotros seguimos pagando la cuenta.

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