Para analistas, el ex presidente intervendrá en decisiones políticas del grupo. (Ilustración: Giovanni Tazza/El Comercio)
Para analistas, el ex presidente intervendrá en decisiones políticas del grupo. (Ilustración: Giovanni Tazza/El Comercio)
Fernando Cáceres Freyre

La estrategia de Pedro Pablo Kuczynski de canjear indulto por gobernabilidad solo puede tener éxito si motiva que Keiko Fujimori cambie su línea de oposición dura frente al Ejecutivo o si Kenji Fujimori rompe Fuerza Popular, llevándose un número importante de congresistas. La gobernabilidad del país ahora depende del ajedrez fujimorista (a menos que aparezca otra bomba de Odebrecht).

Las declaraciones recientes de congresistas claves de Fuerza Popular son muy contundentes para tomarlas como meras amenazas: “No creo que Alberto Fujimori quiera reclamar una cuota a Keiko” (Luz Salgado); “Si el presidente Fujimori quiere al Perú […] va a respetar la institucionalidad [de Fuerza Popular]” (Rosa María Bartra); “El presente y el futuro de Fuerza Popular están en Keiko Fujimori” (Úrsula Letona). Así, aunque parezca increíble, Fuerza Popular habría decidido no darle a Alberto Fujimori un rol protagónico en el partido, aunque le cueste perder la mayoría para hacer y deshacer en el Congreso.

Tras ello, deben haber calculado en dicho partido, solo perderán votos de los electores si el kenjismo se convierte en una nueva alternativa de gobierno (opción que ponen en duda), pero ganarán en posicionamiento. Al punto que el eslogan de la próxima campaña ya estaría servido: “En Fuerza Popular no usamos el poder político para liberar a Alberto Fujimori”; “Fuerza Popular cumple con lo que ofrece en campaña”. Y otros mensajes principistas e institucionalistas con los que Keiko Fujimori parece sentirse muy cómoda, quizá para reivindicar su apellido.

De otro lado, los tuits del fin de semana del ex presidente Fujimori no hablan de un todopoderoso ex jefe del Estado subido sobre un caballo que lidera, como han leído algunos, sino de uno visto en la necesidad de expresarse públicamente, porque en privado no logra penetrar Fuerza Popular. Más todavía, el editorial del diario “Expreso” –que ha venido apoyando el indulto– publicado hace dos días le pregunta al ex presidente, casi increpándolo, si se está burlando de los peruanos al hacer política tras el indulto humanitario, en alusión a los tuits mencionados. Un mensaje del medio periodístico que da cuenta de que podría no haberse preparado suficientemente bien la estrategia del día después del indulto para catalizar hacia Kenji Fujimori el capital político del padre o, que habiéndose preparado, se han topado con un Alberto Fujimori sin reflejos o difícil de manejar.

Algunas señales, como los muros pintados celebrando la nobleza de PPK y la reconciliación, aun permiten dudar de cuánta fuerza realmente tiene el kenjismo/albertismo. Incluso esta semana, justo el día después de la marcha de mañana contra el indulto, se ha convocado una “megamarcha por la paz y la reconciliación” a la que aparentemente asistirán “fujimoristas, anticaviares, profamilia”, según se describe en los perfiles de Twitter de los promotores, y que obviamente no viene siendo apoyada por Fuerza Popular.

En medio de esta dulce espera, Goyo Santos y Pedro Castillo convocan nuevas marchas. La izquierda extrema aprovecha la fujimorización de la agenda, para gritar fuerte y claro “que se vayan todos”. Con lo cual, hay que tenerlo presente, el riesgo no solo es que el remozado Gabinete no encuentre gobernabilidad, sino que se abran más espacios a la izquierda extrema en las elecciones de este año.

Anoche, Fuerza Popular debió haber citado a los ‘avengers’ para escuchar sus descargos por la disidencia en la votación de la vacancia. La decisión sobre a quiénes y cómo se sanciona será clave para determinar si el partido naranja termina rompiéndose. Es muy probable que el kenjismo haga espíritu de cuerpo. Todos o nadie. Si se rompe Fuerza Popular, la gobernabilidad dependerá de cuántos congresistas logre llevarse el kenjismo/albertismo, y si no es un número significativo, volverá a estar en manos de Keiko Fujimori. Tal como antes del indulto, pero con mayor oposición.