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Sin perfiles para las comisiones
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El Congreso ha decidido elegir como su presidente a un congresista que afronta una denuncia por violación. Con este escenario, lo que nos queda para la selección de los titulares de comisiones es un panorama sombrío al que deberíamos prestarle mucha atención.
Las bancadas ganadoras de la elección –las que conformaron la lista de la Mesa Directiva y las que respaldaron con su voto– se reunirán desde la próxima semana para definir la repartición de las presidencias de comisiones. Al tener la mayoría de los votos, este bloque puede imponer su propuesta de cuadro de comisiones en la Junta de Portavoces.
En el Congreso –para los que no siguen las dinámicas parlamentarias con constancia– las comisiones se reparten según los criterios del bloque ganador de la elección de la Mesa Directiva. Este grupo negocia primero entre sus miembros y luego con el resto de las bancadas. Así se define el cuadro final de las 24 comisiones ordinarias, al que también suelen entrar, como parte de la negociación, los grupos de trabajo especiales y de investigación.
En medio de las tratativas para esta repartición también se van conociendo los nombres de los representantes para las presidencias. Las designaciones de los dos últimos años nos han dejado claro que la representación actual tiene espacio hasta para los mochasueldos en tan importante designación. Solo para tener una idea de que este escenario se repetirá podemos recurrir a la actual Mesa Directiva: además del presidente investigado por violación, tenemos un vicepresidente involucrado en la indagación fiscal por el Caso ‘Los Niños’ y otro vicepresidente que afronta una imputación de crimen organizado.
Este escenario debería obligarnos a centrar la mirada en comisiones que tendrán una mayor relevancia en este último año, donde entramos a una campaña electoral que podría desviar la atención y evitar detectar a tiempo los acostumbrados excesos legislativos. La Comisión de Economía es un grupo de vital importancia que no debería caer en manos populistas que busquen utilizar dicho espacio para levantar banderas y sacar provecho político en campaña.
La experiencia del último año con la Comisión de Energía y Minas y la infiltración de la minería ilegal también nos indica que dicho grupo no puede seguir en manos de la izquierda. La gestión de los congresistas de izquierda frente a este grupo ha sido una coladera de los intereses ilegales que usan al Reinfo como fachada.
La Comisión de Presupuesto tiene una última oportunidad de repartir el bolsón de recursos para fin de año, pero este período tiene más relevancia por estar en terreno electoral. Que APP venga negociando la presidencia de este grupo a cambio de no haber integrado la Mesa Directiva es una clara señal del interés político que tienen en poder definir los recursos subnacionales en plena campaña.
Si el presidente del Congreso, José Jerí, quiere dar una señal positiva, debería empezar por liderar la negociación de la repartición de comisiones bajo criterios de perfiles profesionales y de idoneidad, aunque lo segundo sea mucho pedir en la actual representación parlamentaria.

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