Editorial El Comercio

Dos días atrás, la presidenta cargó una vez más contra sus críticos y los llamó “enemigos de la patria”. De más está decir que aquello fue un abuso retórico. Quien ejerce la presidencia personifica a la nación, pero no es la patria. Más allá de eso, sin embargo, lo que la gobernante no termina de entender es que su peor enemiga es en realidad ella misma.

Las críticas de sus opositores tienen que ver sobre todo con su inacción frente a problemas tan graves como el de la criminalidad desatada en el país y con la imagen de frivolidad que proyecta. Las cirugías estéticas negadas, la ostentación de joyas y relojes de lujo de origen sospechoso, y los ímpetus viajeros contrariados en el contexto de la crisis de seguridad que se vive dentro de nuestras fronteras son sin duda los ingredientes que han alimentado tal imagen. Pero la mandataria no parece comprenderlo e incurre en un enésimo desatino: promover un aumento de sueldo para quien ejerce la jefatura del Estado. Es decir, en este caso, para sí misma.

A nadie se le ocurre, en efecto, que el informe sobre el tema preparado por el –que recomienda incrementar el salario de la mandataria de S/16.000 a S/35.568, es decir, más del doble– haya surgido por iniciativa de los funcionarios de ese sector. Este ha respondido, más bien, a un encargo de la Presidencia del Consejo de Ministros y, en esa medida, es claro que ha contado con la anuencia del despacho presidencial.

El documento fue elaborado el 28 de abril pasado, en el contexto de la ola de inseguridad ciudadana y el escándalo de las cirugías. Los argumentos ‘técnicos’ que se esgrimen para justificar el aumento pueden tener sustento. El sueldo presidencial en nuestro país no es alto. Alan García, con talante demagógico, lo sometió a una rebaja durante su segundo . No obstante, en lo que concierne a esta materia, existen razones políticas que eclipsan cualquier consideración ‘técnica’. Y la necesidad de atenuar la imagen de desconexión de la realidad que irradia la presidente Boluarte tendría que ser una de ellas.

Todo sueldo se entiende como retribución por un trabajo realizado y la impresión que tiene la mayor parte de la ciudadanía en la actualidad es la de que ese trabajo ha brillado por su ausencia. La señora Boluarte está a punto de dispararse una vez más a los pies, y como nadie en su entorno tiene el coraje de advertírselo lo hacemos desde acá.

Editorial de El Comercio

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