En la mentalidad alemana, cinco años de ensayos dolorosos de democratización comienzan a hacerse insoportables, al contemplar que su territorio es invadido. En la imaginación del pueblo donde hay muchos soldados que lucharon en la reciente guerra, vuelve el recuerdo de sus banderas triunfales aclamadas por las multitudes. Francia tiene derecho a resarcirse de las injustas pérdidas que sufrió, pero exigir a los alemanes que renuncien a la intangibilidad de su patria que heredaron de sus antepasados y de la historia es demasiado. H.L.M.
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