Gustavo Petro llegó a la Presidencia de Colombia proclamando cambio, esperanza y un férreo combate a la corrupción. Pero en su año y medio de mandato, el político izquierdista ya tiene varios escándalos a cuestas. Uno de los más serios, el que involucra a su propio hijo con lavado de activos y flujos de dinero de narcos y contrabandistas que supuestamente eran para la campaña electoral. Un caso inmenso que aún sigue en investigación.
Y otro que estalló recientemente y que también sale de su propia casa: el que tiene como protagonista, esta vez, a su esposa y primera dama del país, Verónica Alcocer.
Según la denuncia del medio colombiano “La silla vacía”, Alcocer, de 46 años, viaja dentro de Colombia y al extranjero con una pequeña pero costosísima comitiva que, hasta el momento, ha gastado US$250.000. Este séquito personal está formado nada menos que por un maquillador personal, una vestuarista, un fotógrafo y su mejor amiga que es, además, su asesora personal. Todos ellos con salarios de entre 10 y 30 millones de pesos (US$2.500 y US$7.500), cuando el sueldo de un ministro en Colombia es de 24 millones (US$6.000).
La Presidencia de Colombia se ha defendido señalando que estas personas han sido contratadas en entidades del Estado y que prestan apoyo a la primera dama en las actividades que realiza. Sin embargo, según el reportaje periodístico, prácticamente se han dedicado a exclusividad a acompañar a Alcocer en sus diferentes viajes, cobrando viáticos adicionales, incluyendo el funeral de la reina Isabel II y su visita al papa Francisco en el Vaticano.
El escándalo no es solo que tenga personas que cuiden de su imagen, sino que estas suponen un gasto que debería estar enfocado en tareas de la primera dama que, aunque no es por ley una funcionaria pública, sí cumple una “función social” con atribuciones en tareas protocolarias e iniciativas en materia de asistencia social.
Alcocer no es precisamente una mujer de bajo perfil, lo que, por supuesto, no es un problema, sino que debería ser un activo bien utilizado. Sin embargo, en Colombia ya hay varias críticas en torno del rol que cumple. La prensa ha revelado que ha estado detrás de varios nombramientos de autoridades –muchas de ellas, amigas cercanas, como su vecina Concepción Baracaldo, a quien le ofreció el puesto de jefa del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar– y que incluso ha conseguido opacar a la vicepresidenta Francia Márquez.
Lo ocurrido afecta, sin duda, al corazón de un gobierno que prometió combatir la pobreza y reconciliar al país. Pero todo queda en verso cuando se contrata a un coreógrafo para mejorar el clima laboral en la Casa de Nariño y termina dándole masajes a la primera dama en Cartagena.