Para construir un país mejor, la clase política y la sociedad en general deben trabajar unidas. Debemos motivarnos, escucharnos y resolver entre todos las vulnerabilidades presentes para convertirlas en fortalezas y defensas por el bien común.
¡Lo sé! Construir un país mejor parece complicado e imposible. Las cosas que este propósito conlleva son demasiado grandes e implican un compromiso tan inmenso que solo pensarlo resulta de-silusionante y, en lugar de motivarnos más para impulsar un cambio, renunciamos a este sin siquiera intentarlo.
Hoy en día nos centramos tanto en la rutina de nuestro mundo personal que nos olvidamos del mundo exterior que nos rodea. Nos expresamos mal de la sociedad en la que vivimos, nos quejamos de los gobernantes que elegimos, nos aprovechamos de los más vulnerables e indefensos, pasamos por alto las leyes y, aun así, nos incomodamos cuando las cosas no salen como lo planeamos. Por tal motivo, es importante, desde este espacio, hacer un llamado a la unión y al trabajo colectivo de la sociedad.
En lo personal, creo que para construir un país mejor se debe convocar a un conversatorio de ciudadanos dispuestos a sentarse a escuchar y resolver las problemáticas que aquejan a la sociedad.
Soy consciente de que sentarnos, escucharnos, con nuestras diferencias, distintas ideologías y pensamientos, es algo complicado, pero no imposible.
De hecho, considero que solo el hecho de sentarnos y escucharnos es la clave para construir un país mejor, debido a que este tipo de acciones permiten generar en los ciudadanos una comunicación efectiva que se extiende a la búsqueda de soluciones. Sin embargo, para ello, habrá que dejar afuera todo tipo de individualismo y aprender a ser líderes que motiven e inspiren.
¡Basta ya! No sigamos subordinados a la clase política actual que no ofrece alternativas. Seamos ciudadanos capaces de persistir en lo que parece imposible.
Es momento de preocuparse por lo que sucede en nuestro entorno y tomar acciones que nos direccionen hacia un país mejor.