El titular de la PCM afirma que aún existen posibilidades de diálogo con el Legislativo. Defiende el debate de la reforma, pero asegura que el Congreso debe aprobar los puntos mínimos solicitados. (Foto: Lino Chipana/ GEC)
El titular de la PCM afirma que aún existen posibilidades de diálogo con el Legislativo. Defiende el debate de la reforma, pero asegura que el Congreso debe aprobar los puntos mínimos solicitados. (Foto: Lino Chipana/ GEC)
Maria Alejandra Campos

Dentro de solo dos días, tendrá que sustentar en el pleno un pedido de confianza que podría terminar, en su extremo más dramático, con la renuncia de todo su Gabinete y la disolución del Parlamento. Del Solar no nos quiso contar qué decisión ha tomado el presidente al respecto aunque sí lo han conversado.

—Cuando decidieron plantear la cuestión de confianza, ¿esperaban llegar al punto de incertidumbre en el que nos encontramos ahora?
Creo que no es una sorpresa encontrar resistencia a la reforma política. Si ahora la herramienta que estamos utilizando para avanzar la reforma es la cuestión de confianza, no es una sorpresa que esta esté enfrentando resistencia.



—Más allá del Congreso, los constitucionalistas no parecen tener un consenso sobre si la cuestión de confianza en los términos que se ha planteado es constitucional. ¿Ustedes ya sabían que estaban entrando en un terreno inexplorado?
Sabíamos que estábamos entrando en un terreno inexplorado, pero con el respaldo de la decisión del TC de noviembre del año pasado que dice por unanimidad –incluyendo al actual presidente del TC–: “No hay limitaciones en la Constitución para el uso de la cuestión de confianza”.

—El congresista oficialista Carlos Bruce –ex ministro de su Gabinete– ha dicho que va a plantear el martes una cuestión previa para consultar al TC si el pedido de confianza es constitucional.
Yo creo que aquí la consulta es otra. La consulta es: “Señores del Parlamento, ¿nos quieren dar la confianza?”. En mi opinión, toda otra consulta no solamente es secundaria, sino que queda inmediatamente del lado de la resistencia.

—Consultar al TC queda del lado de la resistencia.
Sí, queda del lado de la resistencia al cambio. Hacer la consulta [al TC] es argüir, no es debatir.

—Sin embargo, ustedes plantean en la cuestión de confianza que el debate tiene límites porque esperan como mínimo que se aprueben, por ejemplo, la paridad y la alternancia.
Y no es un capricho, porque si mantuviéramos la interpretación de que esto termina cuando el Congreso se manifiesta y dice otorgamos la confianza y no hay todavía una manifestación legislativa de ese otorgamiento, es una posibilidad todavía abierta que la legislación no avance en el sentido que estamos solicitando.

—Si esto llega al TC, ¿ustedes pedirían que Ernesto Blume se inhiba al haber adelantado opinión?
Consideramos que esto no debería llegar al TC. Enviar esto al TC sería una manera más de estorbar la reforma. Sí creo que no se debió adelantar opinión sobre algo que podría llegar a su propio tribunal.

—Cuando el presidente presentó los 12 proyectos de reforma, habló de que era una reforma integral. ¿Por qué han elegido esos cinco proyectos para esta cuestión de confianza y no los otros?
El proyecto presentado por la Comisión de Alto Nivel tiene una vocación de integralidad, pero no en el sentido de ‘no puedes mover una ficha porque se cae el Jenga’. Hemos dejado de lado todo lo que tiene que ver con relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo.

—También han dejado fuera todos los proyectos referidos a gobiernos regionales y municipales, a pesar de que uno de los cinco lineamientos del gobierno es la “descentralización efectiva para el desarrollo”.
Porque hemos elegido.

—¿Las políticas de Estado no deberían ser prioridad?
Sí, por supuesto y están reflejadas también. Cuando tienes que elegir, hay cosas que se quedan fuera. Esto no debe leerse como que son cosas a las que no les damos importancia.

—Otro de los proyectos que no han incluido es el que habla de la valla para que un partido mantenga su inscripción: participación en elecciones y militancia.
Nosotros hemos elegido destacar el tema de la democracia interna.

—¿De qué sirve la democracia interna si igual pueden no participar en elecciones y mantenerse como partidos cascarón?
Sirve de mucho porque necesitas tener alrededor de 280.000 votos para participar. Si no, estás fuera.

—Otro tema que ha quedado fuera es el de circunscripciones electorales de máximo cinco representantes. Esta, además, es una iniciativa similar a la que presentó su antecesor Villanueva junto con el proyecto de bicameralidad.
No es que no le estemos dando prioridad, no estamos haciendo confianza de eso. Nos importa tanto que estamos incluyéndolo en la reforma.

—No queda claro cuáles han sido los criterios para priorizar algunos proyectos en la cuestión de confianza. Si no son políticas de Estado y no son temas técnicos que ya han tenido cierta continuidad en el debate, ¿por qué unos sí y otros no?
Esta reforma es para la ciudadanía. Queremos devolverle la confianza en la política, en que no va a ser una actividad infiltrada de corrupción, de improvisados cuyo financiamiento no es necesariamente transparente; en que los partidos son entidades vivas que giran alrededor de preocupaciones públicas y que no son cascarones jurídicos.

—¿Se consultó a los miembros de la Comisión de Alto Nivel respecto a qué temas deberían priorizarse?
No, esta es una decisión del gobierno.

—¿Sienta un precedente peligroso usar la cuestión de confianza en ese extremo?
Steven Levitsky habla de la importancia del refrenamiento para la supervivencia de las democracias: el uso responsable de las armas más extremas que la Constitución te da. Las armas están ahí. El uso tiene que ser responsable.

— ¿Por qué no se quemó el último cartucho del diálogo, yendo a la Comisión de Constitución?
Antes del archivamiento, nos sentamos por invitación nuestra con todos los voceros. Hay otro tema que hay que tomar en cuenta: la cuestión de confianza no elimina el diálogo.

—¿Cree que puede haber diálogo con el Congreso después de este episodio?
Absolutamente.

— En este contexto, ¿no le parece un mal momento para plantear una reforma que implicaba consensos políticos que el gobierno no estaba en capacidad de conseguir?
Sinceramente, pienso todo lo contrario. Quizá solo gobiernos que no tienen partido, que no tienen bancada, que asumen en una transición presidencial… En esa aparente debilidad es que se puede generar suficiente confianza en la gente de que no se está trabajando para fortalecer un partido o una carrera, y que se puede hacer las cosas que se consideran correctas.

— Ustedes gobiernan mirando lo que opina la población. ¿Por qué creen que el Congreso lo hace de espaldas a la opinión pública?
Las reglas de la política permiten que haya representantes que respondan a intereses que no son públicos. La manera en la que están enfrentando la reforma deja eso en evidencia.

— Luego de su experiencia como primer ministro, ¿piensa continuar en la vida política?
Yo he llegado a la actividad política por sorpresa para mí, cuando fui convocado al Ministerio de Cultura y ahora a la PCM. La trayectoria política no estaba en mis planes y no está en mis planes ahora.