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En una esquina de Barranco, el distrito limeño donde la bohemia se mezcla con la creatividad, hay un bar que se ha convertido en refugio, en punto de encuentro, en plataforma y también en provocación. Se llama Culpa, y más que un nombre, es una declaración de principios.
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Renzo Díaz, su creador, es también el artífice de Matadero, una de las fiestas más icónicas de la escena queer local. Pero Culpa no es una fiesta, es un espacio permanente que nace de un impulso íntimo, casi terapéutico y muy identitario. Esa era la premisa desde siempre, la misma que tuvo muy presente junto a su socio Jonathan Salinas. “Estaba lidiando con mucha culpa. Personal, profesional, emocional. Y me di cuenta de que ese sentimiento no era solo mío, es algo que atraviesa a la comunidad queer, sobre todo a la nuestra, marcada por la religión, el silencio y la vergüenza”, cuenta Renzo.
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En ese contexto, Culpa es una especie de exorcismo colectivo, pero también una celebración. Desde su concepción, fue pensado como un bar con identidad clara, no uno más de la oferta que se replica en la noche limeña. Aquí no hay espacio para el “copy paste”.

El concepto nace desde el nombre, pero se materializa en cada decisión creativa, desde la iluminación cálida y el rojo sensual que predomina en la atmósfera, hasta el arte que cuelga de las paredes, realizado por artistas queer locales. “No queríamos una decoración que fuera solo estética. Cada pieza habla y convive con el lugar, expresa mucho y eso fue lo que buscamos”, afirma Renzo.

Pero Culpa no solo abre sus puertas en la noche. Su programación va desde proyecciones de cine LGBT+ y episodios de “RuPaul’s Drag Race”, hasta presentaciones teatrales, jam sessions, ventas de garaje y colaboraciones con festivales como CineQueer. “El espacio se adapta. Hay días para conversar, otros para bailar, y otros para simplemente estar”, explica.

En una ciudad donde ser “caleta” todavía se valora como estrategia de supervivencia, Culpa apuesta por todo lo contrario. Busca ser un espacio abiertamente queer, visible, diverso y orgulloso.

Su staff lo refleja, con personas vistiéndose como les gusta, sin uniforme, con libertad creativa. Su comunidad también: “El alma de Culpa es la gente que llega. Lo importante es que se sientan parte, sin miedo de ser quienes son. En Culpa siempre se sentirán abrazados y cuidados como en una familia”, dice su fundador.

Este es el primer mes del Orgullo que celebran con local propio, y eso lo cambia todo. “La idea es que vengas, te prepares para la marcha, salgas a marchar y regreses si quieres. Queremos ser parte activa del cambio”, señala.
En un momento donde los formatos tradicionales de la noche están en crisis y las propuestas masivas pierden alma, Culpa se posiciona como un bar que no teme ser nicho, que no quiere gustar a todos, pero que sí quiere representar y sostener a una comunidad con historia, heridas y un deseo inmenso de pertenecer.
La culpa también se bebe
La carta de cócteles de Culpa no es un excluyente en la forma de vivir y disfrutar de la vida. Cada trago es una celebración de la libertad, los colores vivos y la autenticidad.

Los artífices del bar del espacio son Jair Cusqui, Mauricio Valverde y María de los Ángeles Delgado.
Su sello principal, el Culpa Rosa, es una reinterpretación del clásico cóctel paloma. Este trago está hecho con tequila silver macerado en pitahaya, sinsonte y toronja. Este cóctel de tono vibrante es el emblema del bar, creado por Jair y Darky, y obtuvo el tercer lugar en el concurso Paloma Week 2025. Dentro de este cóctel se usa un aperitivo a base de ajíes peruanos como mochero, charapita, limo, amarillo, rocoto, pipi de mono y ají dulce, siendo lo que le da toda la personalidad que debe tener en este espacio lleno de identidad.

El espresso martini ofrece una experiencia intensa, en el que en cada trago no se pierde gracias al extracto de café tostado. La presentación incluye granos de café que le dan una presencia única.

Y porque la inclusión también se sirve en vaso, Culpa ofrece alternativas sin alcohol como el Kioto Salvaje, un mocktail refrescante con pepino kiury, kion, piña y hierbas, pensado para quienes quieren disfrutar sin necesidad de licor.

En Culpa no hay etiquetas ni límites, solo ganas de ser uno mismo. Un lugar donde la fiesta, la lucha y la libertad conviven con sabor. Porque sí, muchas veces sentimos culpa. Pero ahora también tenemos un lugar para convertirla en celebración.
Horarios de atención:
Miércoles de 8 p.m. a 1 a.m. |
Jueves a sábado de 8 p.m. a 3 a.m.
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