Trastorno mental. (Foto referencial: oguzhanuydur en pixabay. Bajo licencia Creative Commons)
Trastorno mental. (Foto referencial: oguzhanuydur en pixabay. Bajo licencia Creative Commons)
Elmer Huerta

Los recientes y múltiples hechos de violencia en el Perú, incluyendo el
escalofriante caso del , han hecho que se perpetúe el antiguo mito de que las personas que sufren de un son más violentas que aquellas que no los padecen. ¿Pero qué sabe la ciencia de este asunto? ¿Es cierto que los individuos diagnosticados de trastornos mentales tienen una mayor predisposición a la violencia y a cometer crímenes?

—Viejo mito—

En la antigüedad, cuando nada se sabía sobre el funcionamiento
del cerebro y el rol de los neurotransmisores, se creía que las personas con trastornos de salud mental estaban poseídas por demonios o seres sobrenaturales. Debido a eso, siempre se les tuvo miedo, siendo consideradas peligrosas, agresivas y violentas. Increíblemente, ese prejuicio permanece hasta la actualidad y quienes padecen de este tipo de mal, sufren aún ese estigma, el cual es perpetuado y sensacionalizado por los medios de comunicación cada vez que ocurre un hecho violento mediático. Se cree, por ejemplo, que personas con esquizofrenia o trastorno bipolar son capaces de agredir a otros individuos y que cada vez que ocurre una balacera o un irracional acto –como el de quemar a una mujer– es muy probable que haya sido cometido por alguien con un trastorno de su salud mental.

—No son violentos—

Pero lo cierto es que diversos estudios han revelado que los pacientes con algún trastorno de salud mental, son menos violentos que las personas que no las sufren, y que la abrumadora mayoría de hechos violentos en la sociedad lo comete gente que no sufre estos trastornos. Distintas investigaciones han revelado que –a diferencia de lo que se cree– las personas que tienen algún trastorno de salud mental no son violentas. Quizá esa creencia provenga de los raros casos en que un paciente con trastorno mental –ya sea al comienzo de la enfermedad o cuando está bajo efecto de drogas o alcohol– puede ser
agresivo, generalmente contra familiares y amigos, pero casi nunca contra extraños. Al respecto, solo 3% a 5% de los actos violentos en la sociedad son cometidos por personas con problemas mentales. Al revés, al ser pacientes vulnerables, estas personas son víctimas de violencia por parte de la familia o gente conocida. Es más, se calcula que una persona con un trastorno de salud mental es 12 veces más propensa a ser víctima de violencia que aquella que no tiene un diagnóstico de salud mental.

—Desencadenantes—

Si los crímenes violentos no son cometidos por personas que sufren
un trastorno de salud mental, ¿cómo se explica entonces que una persona aparentemente normal cometa crímenes con tanta violencia
y salvajismo? ¿Cómo se explica que una persona cuyos vecinos y familiares aseguraron que era “normal” y que “nunca se imaginaron que podía hacer algo así” pueda de un momento a otro cometer un crimen?

El neurobiólogo R. Douglas Fields, aventura nueve razones para que eso suceda. En su libro “Por qué nos cruzamos: Entendiendo el circuito de ira en el cerebro”, él cuenta acerca del día en el que saliendo del metro de Barcelona, su hija fue asaltada. Cuenta el Dr. Fields que “cuando él se despertó” estaba encima del delincuente,
ahorcándolo y llenándolo de improperios. Eso le hizo pensar en los mecanismos que se dispararon en su cerebro y que casi lo convierten en asesino. Las nueve razones que da el especialista en su libro para que una persona se cruce, son las siguientes:

1. Situación de vida o muerte. Esta es una explicación obvia y en términos jurídicos se llama autodefensa.

2. Ser insultado. De acuerdo con el Dr. Fields, los animales se dan cabezazos, los seres humanos usan palabras para retarse, y en épocas antiguas, eran causa de los famosos duelos.

3. Protección de la familia. Al igual que los animales protegen
a su descendencia (única posibilidad de pasar sus genes a futuras generaciones), los seres humanos se cruzan cuando tienen que proteger a sus familiares.

4. Protección del territorio. Los animales (seres humanos
incluidos) son extraordinariamente territoriales y defienden su hábitat con su vida, agrediendo con violencia a quienes lo invaden.

5. La pareja. Situaciones que tienen que ver con celos o infidelidad amenazan la primitiva inclinación que tienen muchos seres humanos de creer que su pareja le pertenece. Esta situación puede magnificarse cuando en una sociedad –como la peruana– es eminentemente machista.

6. El orden social. Cuando una persona siente que está siendo avasallada, percibe que su orden social está amenazado y eso explica actos de violencia en las carreteras (cuando un vehículo cruza a otro), en las colas de los supermercados (cuando alguien se mete sin respetar el orden), o se perciben como actos de injusticia social, desencadenando revoluciones sociales.

7. Robo de recursos. Según Fields, defender una propiedad es el equivalente a defender los alimentos. ¿Quién se atreve a quitarle la comida a un perro hambriento?

8. La tribu. Al ser seres tribales, la defensa de la tribu es esencial. Esto explica las guerras, las peleas de pandillas e incluso la violencia política.

9. Libertad. Condición fundamental. Los animales se arrancan una pata si quedan atrapados en una trampa. Los seres humanos que ven amenazada su libertad reaccionan violentamente, y pueden matar a sus opresores.

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