Diez juegos de Nubeluz que todos recordamos
Diez juegos de Nubeluz que todos recordamos

En el mundo mágico de Nubeluz no todos ganaban. La competencia para logar el cono ansiado era más encarnizada que cualquier otra. En medio de la lucha entre los equipos rojo y amarillo, había que enfrentar los retos más difíciles y esta es una recopilación de aquellos. No, no los veas desde tu óptica de hoy, hombre o mujer en sus treinta y pocos para el que todo esto es un juego de niños. Imagina qué tan imponente era esto cuando apenas conocías el mundo.

- El tobogán glúfico: Nubeluz debería llevarse un premio a los juegos más frustrantes y mejor hechos. Eso es lo único que explica el éxito de este juego, pues es imposible llegar al final del tobogán con una bandeja de vasos llenos de líquido sin que todo se derrame. Sin embargo, había que pelear contra la inercia, amortiguar la caída y correr a los recipientes que recibirían lo que pudimos salvar. Y esperar que tu compañero de equipo lo haga igual de bien que tú.

- El Nubecamino: Acaso no había nada más emocionante que caminar por encima de esa fila de 18 bloques blandos sin caer en el intento, sumando puntos y tratando de ser más rápido que nadie. Todo por un cono. ¿Acaso no había nada más estresante? Una mala caída en Nubeluz y seguro que te convertías en el tema de conversación en el colegio.

- El golero glúfico: Para jugar este no bastaba con ser un crack en ciernes. Niños de tres años se ponían en fila para patear un penal en un arco custodiado por un muñeco gordo que apenas dejaba a la vista el pequeño hueco por el que debía pasar el balón. Auméntale la dificultad de que todo el país te esté viendo en vivo (porque sí, Nubeluz lo veían todos) y tendrás más presión de la que Perú tiene en un partido de Eliminatorias ante Brasil.

- Los palitroques gigantes: Probablemente alguna vez quisiste sentir el vértigo de este juego: vestirte con ese extraño traje de dunlopillo para parecer una pelota que tiene la misión de quitarle la sonrisa de la cara a esos palitroques. Para muchos, Nubeluz fue su primera experiencia con los deportes extremos.

- El saltinglobo: Una multitud de globos y tú con un clavo. La única misión: destruirlos todos. ¿El problema? Están llenos de harina y agua. Nada más difícil que llegar a los últimos globos casi a ciegas y cansado de tanto saltar, mientras piensas en conseguir ese cono de Nubeluz, ese bendito cono.

- La ruleta sófica: En Nubeluz era habitual terminar sintiéndose como un hámster en una rueda. Y las exigencias físicas de este concurso debían ser desgastantes. Se trataba de correr hacia ningún lugar mientras un gólmodi te gritaba que sí podías, esa era la única motivación. Al final del concurso veías niños tirados en el piso tratando de llegar a ningún lado.

- El disco sófico: Cuesta pensar que ningún nubecino haya terminado con duras consecuencias físicas luego de esto. La misión era correr a través de un disco en perpetuo movimiento rotatorio evitando ser víctima de la fuerza centrífuga. Sí, Nubeluz también era una clase de física aplicada.

- Las truquicuerdas: Se supone que había que tener habilidades gimnásticas para cruzar una piscina sosteniéndose de una red de cuerdas en Nubeluz. Se supone también que había que acabar contando a los jóvenes atletas que llegaron al otro lado. Pero era tal la dificultad que al final acababan contando como ganador al último que caía en la piscina.

- El circuito: Hacerlo era labor de comandos. Del chico más fuerte y avezado del barrio. Del que sabía nadar, porque sí era necesario hacerlo. O del más fuerte. O de todos. Hacer el circuito de Nubeluz era como un curso acelerado de instrucción premilitar para el que había que tener el menor vértigo posible.

- La despedida: Este ocurría al final de todo. Ahí donde los integrantes del equipo ganador (sí, todo el programa trataba de rojos contra amarillos) tenían que pasar bajo una criatura sin un diente y ver si es que el que ellos traían en la mano encajaba. Tres de los participantes eran elegidos de esta forma para meterse en una piscina llena de pelotas multicolores para encontrar pelotas negras con las que se forma la palabra "Nubeluz". Si ya ganar uno de esos juegos era difícil, estar en el último juego y llevarse la consola que regalaban, parecía imposible.

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