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Redacción EC

Por: Giovanna Dioses

Un espacio poco aprovechado durante el invierno es la terraza. No obstante, es posible devolverle su acogedora esencia al apostar por materiales resistentes a la intemperie que añadan calidez, “como el mimbre, bambú o ratán; la madera (teca) o la combinación de ambos, los cuales pueden estar presentes en sofás, sillas, sillones, poltronas, tumbonas o mesas”, refiere el arquitecto de interiores Víctor Callahui. Para una estética moderna, opta por los de líneas rectas. Los de silueta curva sintonizan con lo clásico.

Elige tapices impermeables (lona acrílica) en la gama de los tierra, como beige, nude, ocre, marrón, para crear un atmósfera confortable, además sintonizan con la madera y las fibras naturales. Para evitar que el ambiente luzca plano, coloca sobre los muebles cojines mullidos de tonos enteros alternados con otros de diseño geométrico, rayas o zigzag. Otra salida es que estas piezas lleven la cuota de color. Por ejemplo, la combinación de tonos fríos (azul y turquesa) con cálidos (naranja, rojos, amarillos) proyecta un escenario lleno de vitalidad y contraste.

“Si la terraza es pequeña, lo recomendable es apelar a los neutros y diseños sencillos, para no recargar. Uno amplio se presta para lucir estampados de mayor tamaño, como los étnicos y bohemios. Consigue un look ecléctico fusionando gráficas de diferentes culturas, como el andino, chinoiserie, ikat o indio”, menciona María Inés Ríos, gerenta general de Dekorpoint.

Enriquece la propuesta con texturas suaves al tacto y que aíslen el frío. Por ejemplo, sitúa en los sofás, sillas y pufs mantas de lana tejidas a crochet, de algodón, franela, polar o piel sintética. Si los cojines llevan diseño, lo ideal es que las mantas sean de color entero y repliquen algunos de los tonos presentes en los cojines para lograr unidad. Las alfombras de tejidos planos y tupidos, como las de bambú, yute o sisal, actúan como una base neutra que aligeran la carga visual. Además, no acumulan polvo.

La arquitecta Lorena Velarde indica que la iluminación cálida es esencial en estos espacios, porque crea una atmósfera íntima. Adosa a la pared braquetes para bañar de luz los muros enchapados en piedra o madera. “También puedes ubicar estacas en los maceteros para iluminar las plantas, faroles en las esquinas o colocar velas en envases de vidrio de distintas alturas sobre la mesa central o auxiliar”, agrega Velarde. Las luces en secuencia en el techo o recorriendo las barandas son otra forma de añadir destellos de luz.

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