(Foto: El Comercio)
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Soy catedrático universitario hace más de 25 años. He dictado clases en universidades del Perú, Europa, Estados Unidos, América del Sur y Australia. Hoy no estoy vinculado al gobierno de ninguna universidad. Es obvio que en el Perú hay demasiadas “”. Es obvio que en el Perú una significativa parte de esas “universidades” no cumple con la premisa básica de cualquier propuesta educativa: los alumnos salen con más capacidades, conocimientos y mejores aptitudes.

El mercado de servicios de universitaria es un mercado complejo, diferente a la mayoría de los bienes y servicios que compramos diariamente. Si compro una lata de atún, y esta tiene gusanos con atún, me entero al momento de abrirla. 

Como consumidor puedo instantáneamente castigar la falsa promesa de calidad dejando de comprar dicha marca. Si me gusta el atún, puedo probar otra marca sin ningún costo significativo. Como consumidor, sé que las autoridades actuarán con decisión para multar severamente el incumplimiento de la promesa de calidad de servicio.

En otros servicios como el de la educación existen costos muy altos de cambiar de proveedor y es complejo verificar la calidad del servicio. Si a los dos años de haber empezado una carrera en una “universidad” me doy cuenta de que estoy perdiendo mi tiempo y mi plata, que la universidad no ofrece ninguna ventaja sobre lo que yo mismo puedo aprender, si no tiene infraestructura que potencie mis conocimientos, si el resto de alumnos no me permite expandir mis oportunidades, ¿qué debo hacer? Nadie me va a devolver el tiempo ni el dinero invertido. ¿Cómo va a leer el mercado laboral que pasé dos años en una “universidad”, antes de terminar en otra universidad?

La calidad del servicio educativo en el nivel superior está asociada a la remuneración que obtendrán sus egresados. El portal busca reducir la asimetría de información entre futuros alumnos y “universidades”. El problema es que solo las buenas universidades ponen información sobre los ingresos de sus egresados porque confían en el valor de su promesa y que la relación precio/remuneración futura tiene sentido. El resto de “universidades” omite descaradamente información sobre cuánto recibirán en promedio los alumnos que egresen.

Creo que se pueden hacer dos cosas. Una opción es capturar esta información a través de una amplia encuesta nacional con representatividad regional. La otra opción es realizar un censo de egreso a todos los alumnos que están culminando sus carreras. Si alguna “universidad” no colabora con este esfuerzo, debería ser sujeto de sanción severa por parte de la .

La moratoria para no admitir más “universidades” que hace dos semanas venció era para tratar de resolver el enorme problema del stock existente de alumnos. La Sunedu no ha sido suficientemente expeditiva para definir dentro de este plazo quién tiene luz verde para seguir operando y quién no. Debería extenderse ese plazo por un año y conminar a la Sunedu a terminar este proceso. 

Mientras tanto, sería bueno transparentar para todas y cada una de las “universidades” cuál es el verdadero valor de sus promesas. Con mejor información, los mercados operan mejor.

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