Por Katherine Subirana Abanto
Feminismo, estimado público lector, no es una mala palabra. Tal vez es, simplemente, una palabra incomprendida. Prueba de ello es que el prestigioso diccionario estadounidense Merriam-Webster la eligió como la palabra del 2017, lo que significa que son muchas las personas que han acudido a él para tratar de entender un término que, hablando en serio, no solo involucra a las mujeres.
Sin embargo, para entender el feminismo, es importante acudir no solo al diccionario. Ayuda mucho abrir algún libro especializado (no necesariamente uno de historia, pues estos han sido un poco ingratos con las luchas feministas a través del tiempo); por ejemplo, algún trabajo de investigación, y estar atento a las noticias. Leer el periódico. Impreso o digital, como usted prefiera. Los periódicos son la muestra de que la historia se escribe en tiempo presente: las noticias nos hablan a diario de las luchas feministas del siglo XXI: la agresión contra Arlette Contreras y la impunidad de su agresor, la violación y el posterior asesinato de una niña de 11 años o la denuncia de una estrella de Hollywood contra un acosador o agresor que se aprovechó de su poder y jerarquía. Las luchas del feminismo del siglo XXI, pues, apuntan a reconocer primero y erradicar después la violencia que nace de la cotidianidad. A eso, y a mantenernos vivas.
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Dice la historiadora y feminista Margarita Zegarra, que la historia tiene una deuda con el feminismo. “Al inicio, no sabíamos cómo contar la historia desde el feminismo. En el camino hemos aprendido, y ahora hay muchos textos especializados y trabajos de investigación que recogen las luchas de las mujeres, sus historias, los cambios en los que trabajó el feminismo”, señala. Sin embargo, aún hay un camino por recorrer para la divulgación de estos trabajos. Por ejemplo, al revisar el currículo escolar, ¿cuánto espacio se le dedica a la historia del voto femenino en nuestro país? ¿Cuántos escolares salen de las aulas sabiendo quién fue María Jesús Alvarado o Zoila Aurora Cáceres?
Es importante reconocer que el movimiento feminista en el Perú ha tenido una dinámica distinta a la de otros países. Si nos remontamos a los orígenes de este movimiento social en el mundo, podríamos retroceder hasta la Revolución francesa (1789-1799). Sí, este símbolo de lucha en el que hombres y mujeres pelearon juntos para poder vivir en un país en el que reine la libertad, la igualdad y la fraternidad, que levantó como bandera la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (1789), no contemplaba a la mujer como merecedora de esa libertad e igualdad.
Como respuesta, nació la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana (1791), cuya autora fue la escritora y filósofa política francesa Olympe de Gouges, quien, a causa de este documento y por su postura feminista y revolucionaria, murió en la guillotina en 1793. Cuenta la historia que antes de morir dijo: “Si las mujeres estamos capacitadas para subir a la guillotina, ¿por qué no podemos subir a las tribunas públicas?”.
Otro hito en la historia del feminismo lo conforman los movimientos sufragistas. Es muy famoso, por ejemplo, el que nació en Reino Unido en 1889, cuando Emmeline Pankhurst y su marido, Richard Pankhurst, crearon la Liga para el Sufragio Femenino, para intentar que las mujeres participaran en los comicios locales. Las sufragistas inglesas recurrieron más de una vez a la violencia, por ejemplo, colocando bombas en los buzones de correo. Por ello, fueron constantemente encarceladas, impedidas de realizar huelgas de hambre (las forzaban a alimentarse) y perseguidas sistemáticamente. Es famosa la figura de Emily Davison, la sufragista que en junio de 1913 murió pisoteada por el caballo del rey Jorge V. Davison aprovechó el día del derbi, en el hipódromo de Epsom, para lanzarse a la pista y tratar de sujetar las riendas del caballo del rey para colgarle una bandera sufragista. No lo logró. Murió a causa de una grave conmoción cerebral.
La historia para obtener el voto femenino en el Perú empezó también a inicios del siglo XX, pero es mucho menos dramática, marcada por esfuerzos más individuales (como los de las ya mencionadas María Jesús Alvarado y Zoila Aurora Cáceres), y mucho más lenta. La ley que reconoció a las mujeres como ciudadanas con derecho a participar en el ámbito político y social fue dada en Perú en 1955.
Las luchas feministas en el mundo han tenido pausas, pasando a segundo plano de acuerdo a la coyuntura. Primero fueron las guerras mundiales, luego la caída del Muro. En el Perú, sucedió lo mismo. Tras el viento fresco que se respiró en la década del setenta, producto de las luchas de Mayo del 68, que trajeron un nuevo aire a los movimientos juveniles y sociales, se fundaron organizaciones feministas, como Manuela Ramos (1978) o Flora Tristán (1979). Sin embargo, como recuerda Margarita Zegarra, fueron el terrorismo y el fujimorismo los causantes de que pasaran a segundo plano las luchas de las feministas por la libertad sexual.
En esa época, como señala Liz Meléndez, socióloga y presidenta de la ONG Flora Tristán, la agenda feminista cambió. Las mujeres, organizadas en comedores populares o en clubes del vaso de leche, cumplieron un papel importantísimo en sostener el tejido social. “No es justo olvidar, por ejemplo, a María Elena Moyano, asesinada por Sendero Luminoso, una dirigenta feminista que luchaba por empoderar a las mujeres y sacar adelante el movimiento social local en el que se encontraba comprometida”, dice.
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Es cierto. Los años ochenta y noventa fueron complicados socialmente para nuestro país. La lucha de las organizaciones sociales se enfocó en la paz y en la recuperación de la democracia. Al empezar el siglo XXI, el ambiente de los movimientos sociales también estuvo un poco apagado. Tal vez por eso pareciera que la lucha feminista quedó dormida hasta hace un par de años, con el nacimiento del movimiento global #NiUnaMenos.
Sin embargo, Liz Meléndez nos ayuda a ver la foto completa. “#NiUnaMenos es, sin duda, un hito en la historia del feminismo global y local, pero es también el resultado de luchas previas. Las marchas contra la violencia contra la mujer tienen más de 30 años, claro que no tenían la convocatoria de #NiUnaMenos, pero hay que entender también que esto responde a un momento específico en la historia de los feminismos y la lucha por los derechos de las mujeres en el mundo. #NiUnaMenos saca las luchas de los entornos feministas tradicionalmente organizados y lo extrapola, convocando a personas no involucradas en este círculo, gracias también a la comunicación globalizada. En la marcha de #NiUnaMenos se unieron todos los que están en contra de la violencia, de distintas tendencias feministas, y personas que no necesariamente son feministas. Personas con distintas agendas salieron a marchar en contra de la violencia”.
Para la directora de Flora Tristán, el contexto en el que se ha desarrollado el movimiento ha sido propicio: “Ya no estamos en el momento del siglo XXI en el que la violencia contra las mujeres era algo normal... por lo menos en el discurso. Si tú haces una encuesta, son muchas las personas que te dirán que la violencia contra la mujer está mal, pero, si tú volteas las preguntas a las prácticas cotidianas de las personas, vas a encontrar la naturalización de la violencia, los estereotipos, etc. Podría decir también que en el último quinquenio el movimiento social despertó gracias a las marchas en contra de la repartija y de la #LeyPulpín. Paralelamente se empezó a visibilizar iniciativas feministas como Paremos el Acoso Callejero o Déjala Decidir. Este es el contexto en el que #NiUnaMenos llega al Perú, y coincide, además, con dos casos emblemáticos de violencia contra la mujer: la agresión de la que fueron víctimas Lady Guillén y Arlette Contreras”.
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María José Cumplido, historiadora y feminista chilena, señala que el feminismo del siglo XXI está muy enfocado también en terminar con la violencia cotidiana. “Desde el acoso callejero hasta los asesinatos, la violencia es transversal y está presente todos los días. Otros temas en el debate son el derecho a elegir sobre el cuerpo, la igualdad de sueldos, etc., pero pareciera que lo más profundamente anclado en la sociedad es violentar a las mujeres desde que son niñas”, señala.
El feminismo del siglo XXI trae, como decíamos, nuevos aires. Si el feminismo del siglo XX luchó por obtener los derechos políticos, el de este siglo entra, por fin, al ámbito cotidiano. “ Y por eso hay una diferencia superimportante entre el feminismo del siglo XX, comandado por Simone de Beauvoir, por ejemplo, que era un feminismo filosófico y académico, que debatía el gran tema de la mujer, y el de hoy. Tal como lo sugirió la revista Times, las referentes son todas esas mujeres que han perdido el miedo y que están denunciando y están trabajando por mejorar la sociedad. Es interesante eso, el fin de los grandes relatos por una lucha múltiple y diversa desde varias trincheras, porque finalmente se está reflexionando sobre la vida cotidiana, sobre la sociedad que hemos construido y sobre el modelo económico que nos encuadra”, explica Custodio.
Y consignas actualizadas como Tocan a Una, Tocan a Todas o el #MeToo, y sus orígenes, hablan también de esa cotidianidad, de una problemática que no es ajena a nadie, y logran una mayor identificación y empatía con la causa, de parte de quienes se encuentran fuera de los círculos feministas o activistas. Que la primera haya surgido de un acto de violencia que muchas mujeres han sufrido y otras tantas temen sufrir hizo que las marchas cuajaran fuerte en la población. La segunda consigna, salida directamente de Hollywood, el emporio más poderoso del espectáculo mundial, y viralizada luego en redes sociales, hizo visible que se trataba de un problema al que ninguna mujer, de cualquier estrato y condición, es ajena.
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A estas alturas del siglo XXI, ya podemos entender que no existe un solo tipo de feminismo, y se trabajan desde diferentes espacios. Como explica la artista, docente y vocera del colectivo NiUnaMenos Perú, Natalia Iguiñiz, “existen muchos y muy diversos feminismos, y es difícil meter en un mismo saco a todos los del siglo XX y a los del siglo XXI. Quizá la conciencia de esta diversidad es más del XXI... Después de la segunda ola del feminismo occidental, ha seguido activo el feminismo en muchos lugares del mundo, feminismos diversos y que reivindican la particularidad de los contextos, de las necesidades y de cómo se superponen diferentes tipos de violencias como la pobreza, el colonialismo, el racismo y la homofobia. En las dos últimas décadas del siglo XX se desarrollan los programas de género; esto amplía la base a no solo entender las maneras de ser mujer, sino también las de ser varón y todas la diversidades de género y de sexualidad que se han obviado o silenciado en esta dicotomía. Pero, en general, el movimiento feminista con todas sus diferencias va apostando cada día más por llegar a más personas, desde las más vulnerables hasta aquellas que por prejuicio, interés o desconocimiento no saben todo lo que el feminismo ha hecho por ellas o sufren las consecuencias de un mundo patriarcal”.
La escritora, docente y activista Victoria Guerrero Peirano, promotora del círculo de escritoras feministas Comando Plath, destaca que el feminismo de hoy ha vuelto a tomar las calles, y, al mismo tiempo, cuenta con pensadoras y teóricas que, desde sus propias materias, quieren hacer del género un tema transversal y no una materia aislada que se toma en un curso. En ese sentido, Guerrero considera que el gran reto es convencer a las instituciones de que el género es algo que no implica solo a las mujeres.
“Las mujeres intelectuales tenemos un doble reto aquí, porque no solo debemos poner en agenda el tema de la perspectiva de género, sino también contribuir, desde nuestras especialidades, a visibilizar a los sujetos que constituyen el corpus de nuestras materias. Vale decir, en mi caso particular, la poesía, la literatura, la escritura han de redescubrir esos referentes que han sido postergados, y ello implica también, ciertamente, tiempo, dinero y estudio. Debemos lograr que la academia se interese por arriesgar e invertir en ello, sensibilizar a nuestros compañeros y a nuestros estudiantes sobre esta necesidad”, añade.
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#NiUnaMenos nació en Argentina en el año 2015 tras la muerte de la adolescente, de 14 años, Chiara Páez. El nombre del movimiento nace de la frase “Ni una menos, ni una muerta más”, de Susana Chávez Castillo, la poeta y activista mexicana asesinada en 2011 por denunciar los crímenes contra las mujeres en México. Apoyado en el fenómeno de la comunicación global, #NiUnaMenos llegó pronto al Perú.
Julissa Mantilla, abogada, docente y feminista, ve que en el grupo de Facebook peruano de #NiUnaMenos se cristalizó algo muy importante: reconocer que las agresiones no eran casos aislados. Los testimonios se multiplicaron de forma espontánea. “Sirvió como un espacio de catarsis y de identificación. Es muy importante destacar la visibilización de la violencia que logró esta comunidad virtual. Estamos hablando de un movimiento de mujeres desarrollado en una época tecnológica. Tenemos, por ejemplo, la iniciativa mexicana de #MiPrimerAcoso, en que las mujeres empiezan a contar sus acosos. La tecnología abrió espacios en los que es más fácil hablar y eso empodera a otras mujeres a abrirse y denunciar”, explica.
Pero, en estos espacios que abre la tecnología, también se hace palpable la resistencia al cambio de un gran sector de la sociedad. Como dice Mantilla, “siempre piden que las mujeres moderemos nuestro tono en las discusiones en espacios virtuales. Es gracioso. Los derechos laborales no se consiguieron siendo condescendientes y tomando café, y así el derecho a la huelga es una medida radical reconocida constitucionalmente. ¿Por qué en ciertos derechos sí se puede ser radical, y en estos, que implican evitar que nos maten, no? Ahí hay muchísimo rechazo a la transformación social. Parte de esta transformación es que los hombres asuman que son privilegiados, mientras las mujeres tenemos que tener cuidado hasta cuando caminamos”.
Así, querido lector, las feminazis, término popularizado en las redes sociales, no existen. Ninguna feminista, por más agresiva que a usted le parezca, convertirá en jabón a un hombre por no reconocer sus privilegios o por no compartir su opinión.
Referentes feministas
Sobre las mujeres que inspiran las luchas feministas hay mucho que decir. La escritora Victoria Guerrero resume a las referentes del siglo XX y XXI de la siguiente manera:
“Las mujeres se ven representadas desde distintos ámbitos: hay mujeres que se pueden sentir identificadas con mamá Angélica, por su condición de madre y la búsqueda incesante de los desaparecidos; otras, como yo, nos identificamos, por ejemplo, con Máxima Acuña y su lucha contra la explotación, en favor de su defensa digna y valiente del agua y contra el poder de una minera. Más bien, lo que observo es que las mujeres están interesadas en conocer y leer a autoras que pueden ser tan antiguas como Mary Wollstonecraft, quien escribió la Vindicación de los derechos de la mujer, en 1792, inspirada por la Revolución francesa. Ya contemporáneas son Gloria Anzaldúa, bell hooks, Silvia Federici, Judith Butler, Monique Wittig, y las clásicas Simone de Beauvoir (El segundo sexo) y Virginia Woolf (Una habitación propia); es que no puedes entender el feminismo actual sin leer a las anteriores. Hay muchísimos referentes, y a ello hay que añadirle los múltiples colectivos feministas que se han formado en los últimos tiempos —como, por ejemplo, el destacado movimiento Mujeres Creando, en Bolivia—, y que reivindican y leen a diferentes pensadoras, muchas de ellas con vínculos en lo poscolonial, como la intersección entre clase, raza y género, entre otros. No todas las mujeres tenemos las mismas opresiones ni hemos pasado por las mismas experiencias; por tanto, el feminismo, en ese sentido, es múltiple y rico, y esas pensadoras y sus debates así lo manifiestan. Si quieres tomarle el pulso a la época, hay que leer a Rita Segato: La guerra contra las mujeres es un libro básico para entender el feminicidio desde los asesinatos en Ciudad Juárez. Por supuesto, también a Virginie Despentes: Teoría King Kong, y a María Llopis: Maternidades subversivas. En el Perú, como es obvio, hay que rescatar el pensamiento y la escritura de Clorinda Matto de Turner, de Mercedes Cabello de Carbonera, de Magda Portal. En eso estamos”.
día de la mujer
En 1975, la Organización de Naciones Unidas decretó el 8 de marzo como el Día Internacional de los Derechos de la Mujer. Sin embargo, esta fecha ya había sido fijada en el calendario muchos años antes, aunque sin la solemnidad institucional que le otorgara la ONU.
En 1910, la Internacional Socialista, reunida en Copenhague, proclamó el Día Internacional de la Mujer, en homenaje al movimiento en favor de los derechos de la mujer y para ayudar a conseguir el sufragio femenino universal, pero no se estableció una fecha fija para la celebración. El primer Día de la Mujer se celebró un año después, el 19 de marzo de 1911, en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, con mítines en los que se exigían los derechos al voto, a ocupar cargos públicos, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.