[Foto: Archivo personal]
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Por Dulce María Ramos

El filme La familia, del cineasta Gustavo Rondón, recibió el máximo galardón del último Festival de Cine de Lima con gran receptividad del público y del jurado. La película, cuyo estreno mundial fue durante la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, relata la historia de un padre (Giovanny García) obligado a huir de su barrio en Caracas junto a su hijo (Reggie Reyes) después de que este último se viera implicado en una fatídica pelea callejera.

Se trata de la primera película del realizador venezolano, quien anteriormente había hecho cortometrajes, entre los que destaca Nostalgia, seleccionado en la Berlinale 2012. Con su apuesta por el realismo social, Rondón pretende que el espectador se conecte con un drama cuyos personajes buscan sobrevivir a su terrible contexto. Al respecto, Renato Cisneros, por ejemplo, destacó que la película contribuye al debate sobre la noción de familia en la actualidad.

En los próximos días, La familia se presentará en la sección Horizontes Latinos del Festival Internacional de Cine de San Sebastián —el año pasado participó en el bloque Cine en Construcción—. Espera estrenar pronto en Venezuela.

¿Cómo fue tu experiencia en el Festival de Cine de Lima?
Fueron tres funciones, pero pude estar solo en una. Es un festival que mueve bastante público, con una programación bien variada. La receptividad hacia la película fue muy cálida: la gente se queda un poco impresionada con la realidad mostrada, además de conmovida con la historia de los personajes.

El filme retrata a una pequeña familia de padre e hijo. Tomando en cuenta que la sociedad latinoamericana es matriarcal, ¿por qué enfocar la mirada desde esa ausencia?
Cuando empecé a trabajar, la idea de la película era mostrar una familia constituida: padre, madre, hijo. Trabajando el guion, pensé qué pasaría si la madre no estuviera, pero de alguna manera los personajes se hallaban marcados por esa ausencia. También, en una sociedad eminentemente machista y muy individualista, quería mostrar a un padre que toma la decisión de encargarse de su hijo y de alguna manera tratar de salvarlo.

Parte del cast que participa en la película está compuesto por no actores.
Quería mucho realismo y, por otro lado, en Venezuela no hay muchos actores infantiles. Reggie Reyes, si bien no vive la misma situación que el chico de la película, conoce esta zona y tiene amigos así; la historia no le era lejana o ajena. Fue un casting muy largo. Además, Reggie y los otros niños participaron en un taller de herramientas actorales. La mayoría del elenco adulto sí eran actores, y eso creaba una simbiosis muy interesante entre la realidad y la técnica.

Filmaste en una zona popular de Caracas. Conociendo la situación de violencia de tu país, ¿cómo pudiste enfrentarla?
Filmé en el Bloque 11 de Lomas de Urdaneta. Fue complicado: como en cualquier zona del oeste caraqueño, tienes que establecer relaciones con las autoridades legales y las ilegales, además de un buen contacto con la comunidad. También tuvimos locaciones en el centro de Caracas, la Floresta y el Country Club; incluso en el interior del país, grabamos en un pueblo de Falcón que se llama Pedregal.

¿De alguna manera La familia representa una metáfora de lo que es hoy la sociedad venezolana?
La película es la mirada que tengo sobre el país y la sociedad. A pesar de que pueda existir una diferencia económica y social, en el fondo todos andamos un poco en lo mismo: en un estado de supervivencia.

En los últimos años la crítica ha señalado la ausencia de producciones de carácter social y político que caracterizó al cine venezolano en las décadas de los ochenta y noventa.
Es súper complejo, unos te hablan del cansancio de las películas con temas sociales, otros piden volver a verlas. Yo creo que todo cine es necesario. En mi caso quería contar la historia de esta familia que las circunstancias socioeconómicas le exigen tanto que no hay tiempo ni argumentos para desarrollar la inteligencia emocional. Es la primera vez que toco este tema, mis cortometrajes fueron totalmente distintos. Son espacios que conozco, he tenido la fortuna de transitar Caracas en estratos muy distintos y es algo que quise poner en la película, desde la realidad más humilde hasta la que tiene muchísimo dinero está retratada con respeto. Yo espero que el público lo sepa apreciar, especialmente en Venezuela. Es muy extraño, la gente se acostumbra a ver el mismo cine industrial y nunca se queja, pero con el cine nacional o regional suelen ser algo más dura. La película está hecha con mucha honestidad.

La crisis en Venezuela ha provocado una gran diáspora. En especial en el ámbito cinematográfico, muchos de directores de tu generación están actualmente desarrollando su carrera en otras partes.
Es un drama, es increíble cómo se ha ido tanta gente. Vivimos un momento muy, muy difícil. Todavía sigue el interés de seguir contándonos, de hacer películas que hablen de lo que somos, de lo que está pasando. La industria se está viendo en la actualidad muy afectada, la producción cada vez es menor, cada vez es más difícil hacer películas y lamentablemente teníamos un sistema de financiamiento que hacía que los productores dependieran solo de los recursos otorgados por el CNAC (Centro Nacional Autónomo de Cinematografía). Y ya eso no es posible, y tampoco se estimula la inversión privada a través de incentivos fiscales como se hace en otros países. La presencia de las películas venezolanas en festivales será menor el próximo año.


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