RODRIGO BEDOYA FORNO
Hace dos semanas, un baldazo de agua fría cayó sobre la comunidad cinematográfica: el anteproyecto de una nueva ley de cine que había sido debatido durante tres años por los gremios cinematográficos y el Estado fue puesto en pausa por el Ministerio de Cultura. De esta manera, se frustra la posibilidad de tener una ley de cine moderna, como la tienen la gran mayoría de países latinoamericanos.
¿Qué proponía esta norma? Pues, en resumidas cuentas, que el 10% de la entrada al cine, que va actualmente a las municipalidades, se redireccione a un fondo para la cinematografía nacional.
“Creo que era la primera vez que se hacía la elaboración de la ley por iniciativa del Estado, que es el que ha convocado a los cineastas”, comenta Gustavo Sánchez, productor de cintas como “El evangelio de la carne”, entre otras, y que ha sido parte de la mesa de trabajo que redactó el anteproyecto.
Uno de los temas complicados, según explican los cineastas, es el hecho mismo de la creación del fondo, que nuestra legislación prohíbe. Sin embargo, se han creado varios fondos, como el que existe para el turismo. “Desde el inicio sabíamos que el Ministerio de Economía iba a poner peros con este tema”, explica Sánchez. “No esperábamos una respuesta distinta”, añade Frank Pérez Garland, director de filmes como “La cara del diablo”.
“Pero fondos en otros sectores se han creado. Lo que hay que tener es voluntad política de sacar adelante el proyecto”, complementa.
“Se está desperdiciando la posibilidad de tener una ley coordinada, con planteamientos a largo plazo.
Desestimarla por observaciones que sabíamos que se iban a dar es absurdo”, sentencia Sánchez.
HABLA EL MINISTERIO
Pierre Emile Vandoorne, director de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios del Ministerio de Cultura, señala que el haber puesto en pausa la ley es un hecho estratégico. “Creemos que el financiamiento para el cine es insuficiente, y queremos aumentarlo. Además, consideramos que nuestro país no es lo suficientemente atractivo para que filmaciones extranjeras vengan. La ley incluía una serie de beneficios tributarios con la intención de cambiar eso. Esas dos metas no han cambiado”, comenta el funcionario.
“Creemos que la ley es el mejor camino para llegar a esas metas. Pero en el camino nos hemos encontrado con otras visiones de como hay que manejar la economía. Dada esa diferencia de objetivos, y que es difícil conciliarlos, no podíamos desvirtuar el proyecto de ley que estábamos proponiendo, por lo que decidimos ponerle pausa”, añade.
Vandoorne confía que hay otros mecanismos para aumentar el presupuesto y conseguir las exoneraciones tributarias.
Mientras tanto, el Perú sigue esperando una ley de cine moderna, acorde a nuestros tiempos. Parece que otra oportunidad para hacerlo se ha perdido.