
Anoche, luego de casi dos años, Tony y Mimy Succar volvieron al Gran Teatro Nacional. Pero esta vez, el sentimiento era otro. Volvieron como historia viva, como los primeros peruanos en ganar un Premio Grammy y poner al Perú en lo más alto de la industria musical. Apenas aparecieron en el escenario, vestidos completamente de blanco, los cerca de mil quinientos asistentes se pusieron de pie. Los aplausos no fueron solo ovaciones, sino un reconocimiento sincero, ensordecedor, como si toda una nación celebrara con ellos. Así arrancó el primero de los tres conciertos de “Sabor, salsa y pasión”.
Eran las 9:00 p.m. cuando el sonido inconfundible de los timbales marcó el inicio de una velada inolvidable, y la fiesta comenzó. Tony, dueño del ritmo, y Mimy, dueña del alma de cada canción, hicieron vibrar el teatro con un repertorio que recorrió los 15 años de trayectoria artística del percusionista peruano. Pero más allá de las canciones, lo que se vivió fue un encuentro de corazones, una conexión pura entre artistas y público, entre madre e hijo, entre el sueño cumplido y en los que están por venir.

La gala comenzó con “Sin Fronteras”, un tema que exuda la energía y fuerza de la salsa dura. Mimy Succar, cantó con la misma potencia de siempre, pero con un brillo especial: esta vez, había más razones para celebrar.
Antes de la segunda canción, la ganadora de dos Premios Grammy 2025—Mejor Álbum Tropical Latino por Alma, Corazón y Salsa (Live at Gran Teatro Nacional) y Mejor Interpretación de Música Global por “Bemba Colorá”, junto a Sheila E. y Gloria Estefan—agradeció al público por llenar las tres fechas del espectáculo.
“Para nosotros es un honor haber traído el primer Grammy americano a esta patria hermosa y querida. ¡Viva el Perú!”, expresó con emoción. Luego, dedicó la siguiente canción a su padre, Guillermo Tayrako, quien cumplió 100 años. “Quiero invitarlos a viajar hasta Japón porque este tema le enseñaron mis abuelos a mis padres, y ellos a mí. Yo les enseñé a mis hijos. Así sigue de generación en generación”, dijo antes de interpretar a “Sukiyaki”.

Por su parte, Tony recordó sus inicios y el camino recorrido. “Como músico, comencé desde cero. Siempre soñé con llevar mi música a otro nivel y saber que el teatro se vendió en las tres fechas es un orgullo… ¡Y eso fue antes del Grammy! La próxima vez, tiene que ser una semana”, bromeó, desatando los aplausos del público.
Luego, recordó su primer gran proyecto: “Unity”, un tributo a Michael Jackson, y presentó a su primera colaboración, Jean Rodríguez, hermano menor de Luis Fonsi. El cantante puertorriqueño encendió la noche con “Uptown Funk” y la versión en salsa de “Billie Jean”, el clásico de “Thriller”.

El viaje musical, producido por DEA Producciones continuó con “Será que no me amas”, en las voces de Jair Mendoza y Coti Loyola. Este tema, parte del disco “Alma, Corazón y Salsa”, contagió a todos con su ritmo, llenando el ambiente de baile y alegría.
Uno de los momentos más electrizantes de la noche llegó con “Bailar”, donde Sheila E. y Jair deslumbraron al público. La cantante y percusionista puertorriqueña derrochó energía y talento, creando una conexión especial con los asistentes. Tony, emocionado, expresó su gratitud: “En todo este teatro, en este país, nos sentimos muy honrados de que hayas venido a acompañarnos”.
Sheila E. recordó su última visita: “No he estado aquí desde 1985. Hace 40 años fue la última vez que estuve aquí. Estoy muy contenta de poder estar hoy con Tony. Muchas gracias por recibirme”. En respuesta, Tony reveló su admiración: “Dios no me bendijo con voz, a ella sí. Ella me inspiró a ser artista”.
El espectáculo continuó con “Pa lante un pie”, con Mimy y Sheila E. La artista estadounidense también se unió a Coti para dar vida a “El rey del timbal”. Al finalizar su actuación, Sheila E. arrojó el pedestal, desbordando la euforia y la histeria del público, sellando una noche inolvidable de música y emoción.
La noche continuó con Karen Rodríguez y Jean interpretando “Leave the Door Open”. El talento joven destacó en el escenario del Gran Teatro Nacional, donde se unieron a ellos los peruanos Jair Mendoza, Coti Loyola, Gaby Zambrano y Marco Romero. Un grupo de bailarines también aportó energía a los números musicales, elevando la atmósfera del evento.
El teatro estalló en aplausos cuando Tony Succar anunció a una invitada especial: Bartola. La artista ingresó al escenario para interpretar “Toro Mata” junto a Mimy, y luego “Bemba Colorá”, acompañada nuevamente por Mimy y Sheila E. en los timbales. El público coreaba y bailaba, creando una conexión palpable entre generaciones y entre el Perú y el mundo.
En un momento emotivo, Tony giró hacia Bartola y compartió: “Yo hice este arreglo cuando estaba en la universidad. Una de las cantantes que más admiraba era alguien cuyo nombre no diré, pero su puñal es peligroso”. El público río a carcajadas.
Con un último golpe de timbal, el espectáculo llegó a su fin. La ovación fue ensordecedora, el público de pie, sin querer que la noche terminara. Tony, con la voz entrecortada, solo pudo decir: “Gracias, Perú. Esta música es nuestra, esto es solo el comienzo”.
Entonces, las luces se atenuaron, pero la magia permaneció en el aire. Tony, Mimy, Sheila E., Bartola y todos los artistas de esta primera de tres noches se abrazaron en el escenario, mientras el público seguía aplaudiendo sin tregua. No era solo el cierre de un concierto, sino la prueba de que la música une, trasciende y emociona. Aquella noche, el Gran Teatro Nacional no solo vibró con el sonido de los timbales, sino con el latido de un público que, entre aplausos y ovaciones, pedía que la música nunca terminara.
Segunda y tercera fecha: 9 y 10 de febrero en el Gran Teatro Nacional.

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