Miami fue mucho tiempo el referente de los latinoamericanos que buscaban una vida mejor, especialmente el de aquellos con más recursos económicos y ávidos de lujo.
Pero a la soleada ciudad de Florida, con sus playas y su agradable temperatura a lo largo del año, le ha salido últimamente un inesperado y pujante competidor al otro lado del Atlántico: Madrid.
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La capital de España se ha convertido desde el final de la pandemia en una de las más atractivas del mundo y también en un imán para inmigrantes acomodados que empiezan a preferirla a la estadounidense Miami.
Los madrileños de a pie ya lo notan hace tiempo en aspectos como las dificultades para encontrar mesa en los restaurantes de moda, el alza en los precios del alquiler o en el acento inconfundiblemente latino que se escucha cada vez más en los distritos más exclusivos.
Los datos lo corroboran.
Cuando la firma neoyorquina Barnes Global Property encuestó a personas con más de US$30 millones de patrimonio para elaborar su informe anual, Madrid resultó la cuarta ciudad del mundo más valorada.
Los sudamericanos predominan en el creciente interés de los ricos globales por Madrid. Son ellos quienes compran el 60% de los inmuebles de lujo a la venta en el mercado madrileño, por delante de británicos, franceses y estadounidenses.
Edificios enteros del madrileño barrio de Salamanca, uno de los más caros de España y tradicionalmente copado por las clases pudientes locales, han sido adquiridos por compradores mexicanos y venezolanos.
Ya hay venezolanos que lo han rebautizado como la “Pequeña Caracas”.
Y, según los datos oficiales, los mexicanos han invertido más de 700 millones de euros (US$760 millones) en el mercado inmobiliario español desde 2020, la gran mayoría en Madrid.
Cada vez más extranjeros quieren vivir en Madrid y cada vez están dispuestos a pagar más por hacerlo.
“La atracción de talento y capital latinoamericano hacia Madrid es la misma que se produjo décadas atrás hacia Miami, pero eso se ha equilibrado, y llegará el momento en que en Miami se preguntarán por qué Madrid nos mira por el retrovisor”, asegura en conversación con BBC Mundo, José Luis Martínez-Almeida, alcalde de la capital española.
Pero el fenómeno plantea también problemas, como el encarecimiento de los alquileres, que está expulsando a muchos madrileños lejos del centro de la ciudad y de sus barrios de toda la vida.
La capital de España es desde hace décadas uno de los destinos preferentes de los migrantes latinoamericanos que buscan un trabajo en un país en el que cuentan con la ventaja de que se habla su idioma.
Trabajadores peruanos, ecuatorianos, colombianos y de otras nacionalidades llevan años allí, empleados a menudo en la atención a mayores y enfermos, la construcción y otros sectores que no siempre cubren sus necesidades de mano de obra con la local.
Pero, aunque a Madrid siguen llegando personas en dificultades, como refleja el hecho de que España sea el país de la Unión Europea que más refugiados venezolanos acoge, un nuevo perfil de inmigrante latinoamericano con más recursos ha emergido en los últimos años.
“Casi todos los clientes a los que ayudamos a emigrar a España son gente solvente que no tiene necesidad de generar ingresos allí”, le dice a BBC Mundo Alexandre Rangel, director general de Siespaña, una firma especializada en asesorar a extranjeros que buscan instalarse en el país europeo.
En realidad, ya hace algunos años que desembarcaron en España grandes capitales latinoamericanos, como los del magnate mexicano Carlos Slim, que adquirió parte de la compañía FCC, un gigante español de las infraestructuras, o el banquero venezolano Juan Carlos Escotet, que hoy controla Abanca, uno de los principales bancos del país.
Pero, como señala Nuria Vilanova, de Ceapi, una asociación de directivos de empresas iberoamericanas, “ahora se ha descendido a inversiones más familiares, en las que no se requiere tanto capital, y muchos están invirtiendo en cosas como la compra de inmuebles para el alquiler turístico”.
¿Qué ha hecho que los bares y plazuelas de una capital vieja y enclavada en la seca meseta castellana se hayan vuelto tan o más atractivos que las playas paradisíacas, las amplias avenidas con palmeras, y los yates y autos de lujo de Miami?
“La mayoría de los que llegan por primera vez [a Madrid] valoran la calidad de vida, los servicios públicos, los restaurantes que se abren cada día, la posibilidad de moverse en transporte público y, sobre todo, la tranquilidad de vivir en un país seguro, ya que en el suyo vivían permanentemente amenazados por la delincuencia”, explica Rangel.
España y su capital ofrecen además la posibilidad de proteger en una moneda sólida como el euro patrimonios amenazados por decisiones gubernamentales inesperadas o las turbulencias monetarias a las que en América Latina están habituados.
Aunque hay otros factores, quizá más intangibles, como explica Eladio Duque, uno de los muchos a los que Rangel ayudó a emigrar.
“Viví 12 años en Miami y nunca me sentí en casa; cuando llegué a Madrid me sentí en casa desde el primer día”, cuenta este venezolano-estadounidense.
Eladio llegó a Miami en la época en que Hugo Chávez gobernaba en Venezuela.
Montó una compañía dedicada a la reforma de espacios y trabajó duro para alcanzar el éxito y la nacionalidad estadounidense, pero en 2022 se enamoró de Madrid.
Ahora maneja su negocio de Miami desde su apartamento en la zona madrileña de Tribunal.
Madrid es para él “la ciudad más maravillosa de la tierra” y ha decidido quedarse. “Aquí la gente no me busca por lo que tengo, sino por lo que soy”, dice.
En unos meses podrá solicitar la ciudadanía, un proceso mucho más rápido y sencillo en España que en Estados Unidos.
La ley española permite a los ciudadanos iberoamericanos optar a la nacionalidad tras solo dos años de residencia legal en el país, que también es más fácil de obtener que en Estados Unidos.
Y a los diferentes tipos de visa que pueden solicitar quienes cuentan con recursos económicos suficientes, se suman facilidades como la rebaja en un 85% de las tasas de matrícula en las universidades públicas madrileñas para los estudiantes iberoamericanos anunciada a finales de año por el gobierno regional madrileño, que busca que Madrid siga “consolidándose como referente de los estudios en español”.
Según Vilanova, “España está desplazando a Estados Unidos como el lugar donde se forman los hijos de los dirigentes empresariales latinoamericanos”, y las diferencias en la política migratoria de ambos países aparecen como una de las razones.
Unas diferencias que Rangel se encuentra a diario: “La mayoría de mis clientes piensan primero en Miami porque tienen familia allí o la han visitado ya alguna vez, pero luego se dan cuenta de que en realidad Estados Unidos le ha cerrado las puertas a la migración legal y a quienes quieren hacer negocios, porque les obliga a invertir grandes cantidades, contratar empleados, embarcarse en proyectos sobre los que no tienen ningún control y esperar durante años a que el proceso se resuelva”.
La mexicana Carla Chanes es otra de las personas latinoamericanas que ha llegado recientemente a Madrid.
Emprendió la aventura harta de vivir con miedo a la delincuencia en Ciudad de México.
Y es que aunque siempre existe la posibilidad de que se produzcan delitos menores, como robos de carteristas que se mueven principalmente en el centro de la ciudad y en atracciones turísticas concurridas, Madrid es generalmente segura y su tasa de criminalidad es baja.
Carla vive ahora con su familia en Alcalá de Henares, la histórica localidad a unos 30 kilómetros de Madrid en la que nació el escritor Miguel de Cervantes.
Su hijo estudia en un colegio privado subvencionado por la Comunidad de Madrid (el gobierno regional) por el que paga unos 40 euros al mes (US$43,4), muy por debajo de lo que suele costar un centro privado en su país.
A la espera de poder obtener la nacionalidad, su familia se sostiene con sus ahorros y lo que recibe del alquiler de su casa en México.
“Aquí nos dimos cuenta de que se podía vivir gastando menos”, afirma.
Cuenta que “los comienzos fueron duros, pero con el tiempo me di cuenta de que ya no caminaba con tanta prisa y ya no tenía que llevar siempre de la mano a mi hijo por temor a que alguien me lo arrebatara. La tranquilidad de vivir en un país seguro no tiene precio y ahora disfruto cada mañana mi tostada con tomate y mi café con leche para desayunar”.
Pero si Carla llegó a un Madrid que la recibió “con los brazos abiertos”, algunos de los que estaban allí antes empiezan a ver cómo su ciudad se está volviendo demasiado exclusiva para ellos.
Andrés Pradillo, portavoz del Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid, le dijo a BBC Mundo que “los alquileres en la ciudad han subido un 60% desde 2015 y muchas familias tienen que destinar ya más de la mitad de sus ingresos a la vivienda”.
Según Pradillo, “el fenómeno de los extranjeros que compran casas en Madrid está creciendo de manera desproporcionada”.
Más de la mitad de las casas vendidas en España el año pasado lo fueron sin que mediara la concesión de una hipoteca; es decir, se pagaron en efectivo.
Esto, según Pradillo, refleja que “son casas que se compraron no para vivir en ellas, sino para especular y obtener grandes rentabilidades en zonas con alquileres muy tensionados”.
Como resultado, dice Pradillo, “mucha gente de Madrid ve decepcionada que se les está expulsando de sus barrios de toda la vida”, por lo que reclama a las autoridades que regulen los precios de los alquileres, un asunto que ha cobrado creciente peso en la política española en los últimos años.
El alcalde Almeida admite que “como sucede en otras grandes ciudades, el gran problema de Madrid es el de la vivienda”.
Pero tiene claro que “la llegada de gente y capitales con capacidad de invertir es una buena oportunidad para la ciudad, siempre que sepamos afrontar riesgos como posibles aumentos en las brechas de desigualdad”.
Cómo hacerlo es la clave.
El alcalde asegura que cederá terrenos públicos para que promotores privados construyan en ellos viviendas de alquiler asequible.
“Solo en los próximos años aumentaremos en 4.000 las casas disponibles para alquilar en Madrid”.
Nuevos desarrollos urbanísticos, como Madrid Nuevo Norte y la Operación Campamento, en los que se construirán 10.700 viviendas, el 60% de protección pública, deberían paliar el déficit de oferta que sufre la capital.
¿Serán suficientes para compensar el aumento de la demanda en una ciudad cada vez más de moda?
Solo el tiempo lo dirá.
Como dice su alcalde, “Madrid era el secreto mejor guardado, pero ese secreto ya no existe”.
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