Bernardo O'Higgins y José de San Martín. (Foto:Archivo)
Bernardo O'Higgins y José de San Martín. (Foto:Archivo)
Harry Bazán Gómez

José de San Martín declaró el sábado 28 de julio de 1821 la independencia del Perú, en una ceremonia pública en la Plaza Mayor de Lima. La campaña libertadora duró cerca de un año y en ella estuvieron involucrados Chile y Argentina.

Tras la independencia de estos dos países sureños, era claro que se tenía que continuar con la expulsión de los realistas en América y eso significaba liberar al Perú, la principal colonia de España en el continente.

Es así que ambas naciones tomaron la decisión de emprender la liberación de nuestro país y se firmó un tratado entre las Provincias Unidas del Río de la Plata (Argentina) y Chile.

Este tratado contemplaba la aportación de tropas, suministros, armas, barcos y dinero por parte de las dos naciones con el propósito de emancipar al Perú.

Hay que resaltar que, como parte del tratado firmado por los dos países, los peruanos debían, tras el éxito de la campaña, devolver cada uno de los gastos que se iban a realizar para su liberación.

Según el historiador Juan Luis Orrego, Chile fue el país que se encargó de las negociaciones y los esfuerzos para recaudar todo el presupuesto posible para financiar el proyecto.

Inglaterra también ayudó. Orrego señala que los ingleses aportaron capital privado y  “apoyo político”, pues en aquel entonces deseaban darle una última estocada a la influencia de la corona española en América.

Así nació el Ejército Libertador del Perú y es Bernardo O'Higgins, director supremo de Chile, quien designa al general rioplatense José de San Martín como jefe del ejército y al escocés Thomas Alexander Cochrane como comandante de la flota naval.

— El Perú —

Juan Luis Orrego nos recuerda también que, una vez en el Perú, José de San Martín y sus tropas acudían a los hacendados en busca de apoyo (alimento y suministros) a cambio de pagarés a nombre del Perú.

Estos pagarés significaron, con el tiempo, una enorme deuda interna que se sumó a la deuda externa con Chile, Argentina, Inglaterra. Estas deudas no pudieron ser pagadas hasta 20 años después, en el gobierno de Ramón Castilla, gracias a la “era del guano”.

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