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El poder del vecino
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El poder del vecino

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En el Perú, la descentralización del poder no siempre significó descentralización de la corrupción. Muchas veces lo que antes se cocinaba en ministerios ahora se fríe en municipalidades. Pero sería injusto decir que todos los alcaldes caen en lo mismo. Existen gestiones limpias que demostraron que sí se puede gobernar con transparencia y eficiencia. Lo cierto es que el municipio, como espacio más cercano al ciudadano, concentra lo mejor y lo peor de nuestra política.

Lo que casi nunca se dice es que el vecino tiene mucho más poder del que imagina. El problema es que rara vez lo ejerce. Se suele esperar que Contraloría, Fiscalía o los regidores hagan el trabajo. Error. La democracia no se sostiene con la fe ciega en instituciones: se sostiene con la vigilancia diaria de los ciudadanos.

El derecho a mirar de cerca

El artículo 31 de la Constitución no solo habla de sufragio. Habla de participación. Y esa participación no se agota en aplaudir o quejarse en redes sociales. La Ley de Transparencia (N.º 27806) le da a cualquier ciudadano la facultad de pedir información pública y obliga a la municipalidad a responder en 10 días hábiles. Si no lo hace, no hablamos de “demora”, hablamos de abuso de autoridad (artículo 376 del Código Penal).

Nunca hubo tantas herramientas legales al alcance del vecino. La paradoja es que pocas veces se usan. Y cuando no se usan, el poder se oxida.

La luz incomoda

Cada municipio tiene una Oficina de Control Institucional (OCI), que depende de la Contraloría General de la República y cuya función es recibir denuncias de irregularidades, revisarlas y, de ser el caso, derivarlas para investigación. Además, cada Concejo Municipal sesiona en público. Sin embargo, muy pocos vecinos entran a esas sesiones, escuchan, observan y hacen sentir su presencia.

Ejemplos hay: la ciudadana que pidió los contratos de alquiler de maquinaria pesada y destapó un sobreprecio. O los vecinos que revisaron un expediente técnico y descubrieron materiales fantasmas en la remodelación de un parque recién inaugurado. Casos que demuestran algo sencillo: cuando el ciudadano ilumina, la corrupción se encoge.

No todos son iguales

Así como hay municipios con historias de contratos inflados, también los hay con cuentas claras y obras que perduran. Alcaldes que demostraron que se puede gobernar sin escándalos, que dejaron gestión ordenada y sin denuncias. Eso también es parte de la verdad: la corrupción no es inevitable, es opcional.

El poder está en la vereda

El vecino informado no reemplaza a la autoridad, la complementa. La vigilancia ciudadana no es hostilidad, es equilibrio. Donde hay transparencia, no hay corrupción. Donde hay participación, hay justicia.

El poder no está encerrado en un despacho municipal. Está en la calle, en el vecino que pregunta, revisa, denuncia y no se deja engañar por el show de las pancartas.

Porque al final, los buenos alcaldes necesitan vecinos atentos que los respalden. Y los malos, vecinos despiertos que los frenen.

La corrupción no le teme a la Contraloría ni a los fiscales; le teme al vecino curioso que pide papeles, revisa expedientes y no se deja contar cuentos.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Carlomagno Chacón es abogado y político

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