
Hoy celebra El Comercio 186 años de existencia. Testigo y muchas veces actor privilegiado de nuestra historia republicana, no solo ha dado siempre puntual noticia de los hechos ocurridos en los más variados ámbitos de nuestro país, sino también ha sabido dar voces de alerta necesarias, objetivas, valientes, cuando el Perú perdía el rumbo y navegaba a la deriva en un mar de atolondramiento, egoísmo, frivolidad y la más oscura ignorancia.
Veamos un ejemplo. El 5 de febrero de 1863 decía El Comercio: “Conviene preguntar: ¿Cuál será la situación fiscal y económica del Perú, el día (no muy lejano) que se haya agotado el depósito de guano, o en que pierda su valor, sea por causa de grandes guerras en Europa, sea por haberse hallado otro abono que reemplace con ventaja al nuestro? Esa situación será espantosa, cruel en extremo, si desde ahora no se va preparando el remedio”. Ese texto era la fotografía descarnada de lo que Jorge Basadre llamó “la prosperidad falaz” pero el Diario decano recomendaba también la forma de evitar el caos que lúcidamente veía crecer. Lo primero, utilizar el dinero que proporcionaba el guano en colegios, ferrocarriles, telégrafos, edificios públicos de vital necesidad, etc. En segundo lugar, tomar medidas para mejorar el régimen de impuestos y administración fiscal de tal manera que se pudiera tener un presupuesto que no dependiera exclusivamente del guano. Finalmente, suprimir gastos superfluos que abundaban y poner coto a la empleocracia, ya que todos querían vivir del Estado, desechando iniciativas privadas de trabajo. Nada de esto se hizo y llegamos al momento de la guerra con Chile, en 1879, con un país en bancarrota fiscal.
Los peruanos estamos en el umbral de una de las elecciones más difíciles de nuestra historia. Las entidades del Estado están anarquizadas y se enfrentan unas con otras aumentando su desprestigio. La criminalidad, en sus más perversas formas, corroe al Perú. Una vez más, El Comercio cumplirá con su deber de orientar a la opinión pública recordándole constantemente que la moral es sustento fundamental de todo gobierno digno; que lo básico es el bien público; que la política es lealtad a principios e ideas; que el oportunismo es repugnante y que se llega al poder para servir a nuestro pueblo y no a turbios intereses personales y, por último, que existe el verbo renunciar, que hace mucho tiempo ha caído en el olvido dentro de la función pública por falta de uso.
Hoy celebra El Comercio 186 años de existencia. Testigo y muchas veces actor privilegiado de nuestra historia republicana, no solo ha dado siempre puntual noticia de los hechos ocurridos en los más variados ámbitos de nuestro país, sino también ha sabido dar voces de alerta necesarias, objetivas, valientes, cuando el Perú perdía el rumbo y navegaba a la deriva en un mar de atolondramiento, egoísmo, frivolidad y la más oscura ignorancia.
Veamos un ejemplo. El 5 de febrero de 1863 decía El Comercio: “Conviene preguntar: ¿Cuál será la situación fiscal y económica del Perú, el día (no muy lejano) que se haya agotado el depósito de guano, o en que pierda su valor, sea por causa de grandes guerras en Europa, sea por haberse hallado otro abono que reemplace con ventaja al nuestro? Esa situación será espantosa, cruel en extremo, si desde ahora no se va preparando el remedio”. Ese texto era la fotografía descarnada de lo que Jorge Basadre llamó “la prosperidad falaz” pero el Diario decano recomendaba también la forma de evitar el caos que lúcidamente veía crecer. Lo primero, utilizar el dinero que proporcionaba el guano en colegios, ferrocarriles, telégrafos, edificios públicos de vital necesidad, etc. En segundo lugar, tomar medidas para mejorar el régimen de impuestos y administración fiscal de tal manera que se pudiera tener un presupuesto que no dependiera exclusivamente del guano. Finalmente, suprimir gastos superfluos que abundaban y poner coto a la empleocracia, ya que todos querían vivir del Estado, desechando iniciativas privadas de trabajo. Nada de esto se hizo y llegamos al momento de la guerra con Chile, en 1879, con un país en bancarrota fiscal.
Los peruanos estamos en el umbral de una de las elecciones más difíciles de nuestra historia. Las entidades del Estado están anarquizadas y se enfrentan unas con otras aumentando su desprestigio. La criminalidad, en sus más perversas formas, corroe al Perú. Una vez más, El Comercio cumplirá con su deber de orientar a la opinión pública recordándole constantemente que la moral es sustento fundamental de todo gobierno digno; que lo básico es el bien público; que la política es lealtad a principios e ideas; que el oportunismo es repugnante y que se llega al poder para servir a nuestro pueblo y no a turbios intereses personales y, por último, que existe el verbo renunciar, que hace mucho tiempo ha caído en el olvido dentro de la función pública por falta de uso.