:quality(75)/author-service-images-prod-us-east-1.publishing.aws.arc.pub/elcomercio/f7dcf612-17b8-48c7-9e4b-2c3ed54c48a8.png "Héctor Villalobos")
El Consejo de Ética del Colegio de Abogados de Lima abrió hace unos días un procedimiento deontológico a los miembros de la Junta Nacional de Justicia. ¿El motivo? Haber iniciado un proceso disciplinario contra la presidenta de la Corte Suprema, Janet Tello. En respuesta, la Junta Nacional de Justicia aseguró que el Consejo de Ética del CAL pretende controlar sus funciones constitucionales.
Por otro lado, el ministro del Interior denuncia constitucionalmente a la fiscal de la Nación. La fiscal de la Nación denuncia constitucionalmente a 11 congresistas. Los congresistas involucrados evalúan denunciar a la fiscal de la Nación... por haberlos denunciado.
No vamos a discutir aquí los motivos de fondo de estas acciones, pero lo cierto es que nuestras entidades viven en estado de guerra permanente, en un absurdo tiroteo de trabalenguas jurídicos, en el que la constante es la palabra ‘denuncia’. Parecen políticos en campaña electoral intercambiando ataques, cuando en realidad son altas autoridades del Estado inmersas en un fuego cruzado de leguleyadas, en una suerte de juegos del hambre institucionales en los que solo sobrevivirá quien denuncie más al otro.
Mientras tanto, las economías ilegales se infiltran cada vez con más fuerza en la política, y sus representantes ya ni siquiera disimulan qué intereses defienden. Y los delincuentes campean en tierra de nadie.
Al ciudadano que vive preocupado por que la plata le alcance hasta fin de mes o que sale a las calles con el temor de ser asaltado, le importan tres pepinos estos pleitos, no sabe qué es la JNJ y le da igual quién denunció primero a quién.
Nuestras altas autoridades no son conscientes del daño institucional que le están haciendo al país. Están creando un caldo de cultivo propicio para los antisistema que ya están rondando en los partidos. Y ojo que el rostro de la antipolítica no necesariamente es el de un enajenado con pantalón comando vociferando sandeces. Puede ser también el de alguien con saco y corbata que hable bonito. Estamos avisados.
