El peso de los votos emitidos ayer en el Congreso a favor de que se admitiese a debate la moción de vacancia presidencial presentada por Renovación Popular ha sido abrumador: 76 parlamentarios respaldaron la iniciativa, mientras que solo 41 estuvieron en contra y uno se abstuvo (por distintas razones, 12 legisladores no intervinieron en la votación). Si en algún momento existió la duda de si se alcanzarían los 52 votos que la aprobación de la admisión a debate requería, esta quedó rápidamente despejada por la avalancha de marcas verdes que de pronto la pantalla donde se registran las votaciones empezó a mostrar. Bancadas como las de Acción Popular, Alianza para el Progreso o Podemos Perú, que hasta ahora habían sido reacias a acompañar a los sectores más firmes de la oposición en un cuestionamiento tan severo a la capacidad moral del mandatario, se pronunciaron esta vez mayoritariamente por tener la oportunidad de escuchar lo que el presidente Pedro Castillo tiene que decir a propósito de los nubarrones que oscurecen inquietantemente su gestión.
Como se sabe, entre las materias que la moción de vacancia incluye se cuentan las contradicciones en las que el jefe del Estado habría incurrido en sus declaraciones a la fiscalía sobre temas tan delicados como los intentos de influir en los ascensos de las Fuerzas Armadas, la adjudicación de la obra Puente Tarata III y su relación general con la lobbista Karelim López. La moción menciona asimismo las cuestionables designaciones ministeriales que han caracterizado los cuatro gabinetes a los que el presidente les ha tomado juramento hasta el momento: una auténtica antología del despropósito que ha comprendido desde al exguerrillero Héctor Béjar hasta al promotor de “agua arracimada” e investigado por corrupción, Hernán Condori, pasando por el efímero presidente del Consejo de Ministros denunciado por violencia familiar, Héctor Valer. También se objetan en el documento los hechos de que el presidente consienta la existencia de un presunto “gabinete en la sombra” y haya mencionado en una entrevista su intención de consultar a la ciudadanía, vía referéndum, la posibilidad de darle una salida al mar a Bolivia a través del territorio peruano.
Como se ve, asuntos todos bastante serios que no merecen ser soslayados por quien sostiene actualmente las riendas del país. Por el contrario, lo que corresponde es que, de una vez por todas, el mandatario dé a cada una de esas interrogantes respuestas convincentes, si es que acaso eso es posible.
Ojalá que asista él mismo a la cita del 28 de marzo y no envíe solamente a su abogado a representarlo. Ojalá que, en lugar de proporcionar explicaciones satisfactorias, no opte por repetir la monserga ya gastada de que lo que ocurre es que hay sectores políticos que hasta ahora no aceptan que una persona de orígenes campesinos y humildes haya accedido a la presidencia. Ojalá que no trate de aprovechar la presentación que tendrá hoy a las 5 p.m. en el Congreso –y que tiene un objeto completamente distinto– para introducir elementos distractores en la agenda política.
Parece muy claro que, con prescindencia de cualquier otra consideración, los 87 votos que la aprobación de la vacancia presidencial demandaría no se conseguirán en el Congreso. Pero eso no debería hacer que el jefe del Estado ignore el sentido del clamor general que la votación de la representación nacional ha expresado ayer: responda usted, presidente. Como ya lo hemos dicho en este espacio: la victimización ya no es una opción.
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