(Foto: Getty Images)
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Patricia del Río

Larga discusión se armó en el Congreso cuando se planteó que la nueva estructura del Consejo Nacional de la Magistratura debería estar compuesta por igual número de y hombres. La medida no prosperó porque la mayoría consideró que para ocupar un cargo deben tomarse en cuenta las capacidades del postulante independientemente de su género.

Suena lindo, pero ¿competimos las mujeres en un en el que solo se toman en cuenta nuestras habilidades? ¿Da lo mismo si somos mujeres u hombres a la hora que se nos evalúa? A las pruebas nos remitimos:

1) Según el INEI, si sumamos las horas del trabajo remunerado al doméstico, resulta que las mujeres trabajamos 75 horas a la semana, un hombre solo 66. De ese total, la mujer dedica 39 horas al trabajo doméstico, el hombre, 15. Lavar, planchar, cuidar un pariente enfermo, levantarse de madrugada para atender el llanto de un bebe son actividades que recaen en la mujer simplemente porque así es y así ha sido siempre. El hombre tiene diez horas más a la semana que dedica al ocio, a capacitarse o a desarrollar su carrera profesional.

2) De acuerdo con estudios de Servir, en el sector público los hombres ganan 16% más que las mujeres y en el privado la diferencia es de 29%. El motivo de la brecha es la discriminación; y se produce en casi todo el mundo. Pongamos un ejemplo glamoroso y vámonos a Hollywood: la actriz Natalie Portman cobró tres veces menos que su partner Ashton Kutcher en la comedia romántica “Amigos con derechos”, y Robin Wright, la fría y calculadora Claire Underwood de la serie “House of Cards”, cobraba US$80 mil menos por episodio que su compañero Kevin Spacey.

3) En una encuesta realizada por el portal Aptitus.com, el 30% de peruanas confesó haber sido víctima de acoso en el trabajo. Las causas expresadas fueron discriminación (42%), ‘bullying’ laboral (39%) y hostigamiento sexual (19%). Muchas señalaron que fueron discriminadas por tener hijos o por estar embarazadas. Al menos el 25% se vio obligada a renunciar porque no soportó la presión.

4) Suelen decir que en el periodismo somos más mujeres que hombres. Cierto, pero para un trabajo que consiste en hacer preguntas, investigar y analizar coyuntura, los hombres valen por sus capacidades. A las mujeres, además de esas cualidades, se nos exige estar en forma, teñirnos el pelo, disimular las arrugas y estar supermaquilladas desde las cinco de la mañana.

Las mujeres trabajamos más horas, ganamos menos, sufrimos acoso, se nos exige que cumplamos con requisitos que no tienen nada que ver con nuestras habilidades. Tal vez las leyes de cuotas no resuelvan esta situación, pero por lo menos sinceremos el discurso: el género, en nuestro caso, sí importa, sí influye y normalmente se impone a la meritocracia. Y nos ocurre todos los días, así que dejémonos de hipocresías.