El mundo ha sido testigo de un hecho histórico. Desde la basílica de San Pedro, –hoy León XIV– fue proclamado el Papa número 267 de la Iglesia Católica. Nacido en Chicago y con nacionalidad peruana, el sucesor de Francisco y exobispo de Chiclayo no solo se convierte en el segundo pontífice americano, sino en el primero cuya vida refleja la fuerza de la migración y el profundo arraigo cultural del Perú genuino.

Para los jóvenes, católicos o no, es una figura que inspira y conecta. Su vida, marcada por la diversidad cultural y las experiencias de migración, resuena con aquellos que buscan valores en un mundo cambiante. No es solo un nuevo Papa, sino un líder cercano a los jóvenes, que comprende los desafíos de la exclusión y valora la diversidad.

Su figura invita a reflexionar sobre el liderazgo que necesitamos: ético, empático y con visión de futuro. León XIV nos recuerda que el liderazgo puede surgir de nuestras tradiciones, proyectándose con una mirada global.

“De Chicago a Chiclayo” es un símbolo: el viaje de una Iglesia que se descentraliza, de una fe que se humaniza y de una juventud que, al abrazar su identidad diversa, se convierte en una fuerza colectiva imparable.

Que este pontificado no se quede en la emoción patriótica. Que sea el inicio de un cambio reflexivo, impulsado por los jóvenes, para construir un futuro más inclusivo y justo. El futuro no se hereda, se crea y, al igual que León XIV, es desde los márgenes, desde la autenticidad de nuestras raíces, donde debemos abrazarlo y transformarlo.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.



César Alonso Miranda Medina es estudiante de Ciencia Política en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

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